Cuando los colombianos todavía soportan el golpe financiero de la reforma tributaria aprobada el año pasado, se abre paso otro ajuste al actual régimen impositivo.
Así es, no debe descartarse otra reforma tributaria a partir de 2019, con nuevo inquilino en la Casa de Nariño.
Algo descabellado, pero posible en un país sometido cada Gobierno a cambios en reglas de juego y garantías jurídicas.
Todo por tapar huecos fiscales de una maltrecha economía nacional.
Última reforma tributaria estructural se quedó corta.
Como a economía le va mal, que suban los impuestos.
Gobierno debió asumir una serie de pagos contando con ingresos temporales e insuficientes. El hueco fiscal sigue ahí y las cuentas no cuadran, afirmó Javier Díaz Molina, presidente de Analdex.
Como crecimiento y prosperidad no mejoran, que usuarios tributen más. Ejecutivo deberá hacer frente a un déficit fiscal que tiende a complicarse por el costo de maestros, estatales y Buenaventura.
Es la peor noticia que pueden recibir empresas, inversores y consumidores.
Inestabilidad en sistema impositivo causa incertidumbre.
Ajustes periódicos en impuestos provoca desconfianza entre inversionistas. Se corre el riesgo de espantar capitales productivos. Inversionistas aplazarían o cancelarían proyectos.
Si empresas y personas naturales no acaban de asimilar incremento de impuestos, ¿cómo podría darse una nueva reforma tributaria?
¿Dónde quedó la publicitada reforma fiscal estructural?
¿Se quedó corto el Ejecutivo o el estado de finanzas era aún más dramático?
En medio de paros y bloqueos, bajo consumo en hogares, alto desempleo, caro costo del crédito bancario, desinfle en ventas, pérdida de ingreso, crisis en minería, informalidad y miseria en varias regiones; plantear una nueva reforma tributaria es el peor de los mundos.
Es elevar grado de nerviosismo y ansiedad en los hogares.
Gobierno que asuma el próximo año tendrá que lidiar con una economía precaria y en consecuencia, podría verse abocado a echar mano de una nueva reforma tributaria con alza de tarifas.
Encrucijada: reanimar negocios y recobrar confianza ciudadana, o volver a barajar en el Congreso otro paquete fiscal.
Este año no había margen para una reforma tributaria pues la economía hace rato anda mal y lo que se creó fue mayor incertidumbre. Se sabía que los colombianos no tenían de donde echar mano.
Indispensable recuperar dineros de paraísos fiscales, trancar evasión y cerrarle puertas a la corrupción. Estos tres componentes le sumarían al fisco mucho más de lo que aporta una reforma tributaria.
¿Cómo socializar una nueva reforma tributaria cuando los recursos públicos se los siguen robando funcionarios y otros saqueadores del sector privado? ¿Cómo pretender crecer nuevamente al 5% anual si cada Gobierno altera las reglas de juego fiscal y les pide más contribución a los pobres y clase media?
Ojalá que este Gobierno y el próximo logren poner en órbita finanzas públicas y dinamizar trenes que impulsan prosperidad social. De lo contrario, iremos al peor de los mundos: otra reforma tributaria cuando a la olla no le queda ni la pega.