ASÍ tituló este diario la situación que experimenta nuestra economía. El quid del asunto es que la economía va regular y el país también.
Al Gobierno no le va bien en encuestas como reflejo del inconformismo casi general.
Pesimismo en las gentes por marcha lenta de la economía, por lento crecimiento, por escaso empleo, carestía del crédito, nueva reforma tributaria, inconformismo de campesinos, y rifirrafe por la paz, además de corrupción.
Baja nota del Presidente Santos tiene que ver con desaliento de agricultores, informalidad, inseguridad, crisis en la salud pública y ausencia del Estado en lugares vulnerables, donde aflora la pobreza.
La inflación está fuera de control y subir tasas de intervención no ha ayudado.
El consumo de los hogares anda flojo, con problemas para comerciantes e industriales que venden y facturan menos.
Las exportaciones no rinden, la balanza comercial negativa, el déficit fiscal abultado y la austeridad en el gasto no ha sido suficiente.
Costos del dinero están subiendo, impactando a usuarios de créditos y poniendo freno al endeudamiento de empresas y hogares.
La agricultura complicada por costos de insumos, desempleo y marchas campesinas que han vuelto a poner en apuros al Gobierno y a la fuerza pública.
La ganadería no camina bien, hay un ambiente pesado entre funcionarios del Gobierno y dirigentes del sector. No hay armonía ni consensos.
Los floricultores se defienden primero del crudo invierno y ahora del intenso verano. Siguen vendiendo con ingenio e imaginación.
Los cafeteros del país, clase aparte. Cultivan, benefician, procesan, exportan y atienden necesidades básicas de la finca gracias a su organización llamada Federación de Cafeteros. El café no está bien, pero se defiende con estrategias de comercialización y defensa del ingreso.
Al comercio le va mal. Vende y factura poco por culpa del descenso en el consumo de los hogares, por el menor crecimiento económico y el deterioro en la confianza ciudadana.
La industria apenas levanta cabeza. Las empresas no dan el brazo a torcer, invierten, mantienen nómina, compiten y esperan una nueva reforma tributaria que no les complique más las cargas.
A los bancos les sigue sonando la flauta. Ganan dinero con intereses atractivos en créditos y rentas bajas por los ahorros. Son competitivos, se modernizan, abren cajeros, innovan y ‘pelean’ por captaciones del público.
En fin, no es para llamar al pesimismo, pero tampoco para ignorar el claroscuro de una nación que tiene muchos pendientes sociales.
Crear empleos, prioridad del Ejecutivo y empresarios. Cientos de obras civiles billonarias deberían aportar más trabajo.