MIRADOR
Inevitable
COLOMBIA está cerca de una reforma tributaria anual en la última década. No hay economía que resista. Y es inevitable, en 2017 vendrán mayores impuestos.
Estados Unidos, Canadá, Australia, Suiza, Italia, Francia, Portugal y Holanda, junto a Japón, China y Corea, basan parte de su redistribución en la equidad impositiva, salvo excepciones como Grecia, Rusia y Brasil.
América Latina, con diferencia de Chile, algo Perú, Uruguay y Ecuador, sostiene la inclusión social, aunque a trancazos a veces, con base en universo fiscal estable.
En Venezuela no se apuesta a una nueva reforma impositiva porque no la aguanta. Nada ni nadie quedaría a salvo, mejor dicho, no hay quien la pague.
En Grecia todos los caminos condujeron a la austeridad y el recorte en gastos e inversiones para mitigar la crisis financiera y el derrumbe del sistema de pagos. No acudieron a subir tarifas fiscales por dos motivos: la economía no daba y la gente no tenía.
España prefirió la senda del apoyo a su aparato productivo con estímulos a empresarios e inversionistas regionales, fortaleció cadenas industriales e impulsó la vivienda como impulsora de mano de obra para naciones y extranjeros.
La crisis inmobiliaria e hipotecaria norteamericana que causó un remolino fiscal implicó sacrificios, ahorro y castigos.
Obama habló de responsabilidad económica, contempló que los más ricos paguen mayores impuestos, pero en ningún caso la Casa Blanca abrió las compuertas de una nueva reforma tributaria que espantara inversores.
Estados Unidos urge cambios en su ruta fiscal, pero demócratas y republicanos no contemplan elevar tarifas a las clases populares. Ello aumentaría la evasión.
Se trata de tener equilibrio entre gastos y recaudos.
Cuanto más se crece, mayor el pago de impuestos. Mientras más próspera una economía, más se honran los tributos.
Colombia, a su vez, enfila baterías para tramitar en la legislatura que se instala el 20 de julio próximo, una nueva reforma tributaria, dicen que estructural.
Una comisión de expertos hizo recomendaciones al Ejecutivo sobre los puntos cardinales de la próxima reforma tributaria cuyo trámite seguramente va a navegar en aguas turbulentas que no descartan su naufragio político en el parlamento.
Aunque declarar no es pagar, lo conveniente es que quienes tienen la riqueza sostengan el sistema impositivo, no quienes solo acusan deudas y necesidades.
Ojalá sea una reforma estructural que corrija distorsiones, simplifique y facilite.
¿Y los evasores qué? ¿Cómo y quién los busca? ¿Dónde anidan sus fortunas fantasma y cuánto le deben al fisco? Paraísos campantes.
También hay restaurantes y franquicias de cafés y comidas que no permiten el pago con dinero plástico, solo efectivo. ¿Evasión?