Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Marzo de 2016

MIRADOR

Virus

 

LAS autoridades parecen ‘sedadas’ sin ‘anestesia’ frente al dolor de la salud pública en Colombia. ¡Qué virus!

No hay dolientes, ni aliados, ni amigos, ni cercanos, ni políticas oficiales que le den siquiera alivio a la quebrantada salud de los colombianos.

Está enferma porque la robaron por décadas y nadie pagó ni respondió.

Está en cuidados intensivos porque estaba en manos de ladrones inescrupulosos, amigos de la trampa, enemigos del bien común. Es una peste.

Está en crisis porque el Gobierno no pudo alentarla, ni siquiera ponerla en sala de recuperación.

La salud de trabajadores, pensionados, cotizantes y beneficiarios, anda herida de muerte, con cicatrices de corrupción duras de cerrar.

Las EPS son el pan de cada día, postradas, obsoletas, sin respeto ni capacidad de acción. No reaccionan, se les agotó el oxígeno y están postradas en ‘camillas’ de tercera, con atención de quinta. Los hospitales, escasos y en muletas.

Las citas hay que rogarlas, las urgencias implorarlas, los procedimientos padecerlos, los medicamentos baratos y escasos, la odontología no más de dos citas por año, las congestiones de siempre, pocos médicos e instalaciones precarias, incomodas y poco dotadas.

Lo único que no cambia para la salud es que cada mes hay que cotizar. Los pagos deben ser puntuales o no hay atención. Los pagos de cuotas moderadoras también son inapelables, el resto que espere.

Continúa la creencia absurda de que cuando a un usuario lo atienden le están regalando, haciendo un favor. No, el trato debe ser cálido, humano, cercano y con respeto.

La directiva presidencial de hace un año ya expiró o la pasaron por la faja. Las EPS no dan citas antes de ocho días de la llamada. No importa que el paciente esté mal, pues si acude por urgencia: siéntese y espere a ver si le sacan tiempo.

Las finanzas de la salud andan anémicas y semejan el estado cadavérico de la atención al público.

Es urgente que el Gobierno actúe con rapidez, oportunidad e imaginación. No podemos dejar morir un sistema que aunque moribundo, aún puede recuperarse con fórmulas efectivas que vayan más allá de discursos y malos procedimientos.

Las eventuales soluciones para levantar el enfermo, recuperarlo y alentarlo han resultado peor que la peste. Las radiografías señalan que el cuerpo está perdiendo signos vitales por cuenta del saqueo a la salud pública en Colombia.

La salud agoniza, sufre una fiebre alta de desprestigio. Usuarios ya no son tan ‘pacientes’, aguardan la cura al virus.

 

Un dato:estudiar medicina en Colombia vale en promedio $20 millones por semestre durante 6 años. Un médico debe multiplicarse para ganar 2 a 4 millones al mes. ¡Una vergüenza!