Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Jueves, 17 de Diciembre de 2015

MIRADOR

Aguinaldos

“Qué mejor Niño Dios que la paz”

 

En tres meses debería quedar firmado el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc. Si así ocurre, ya no más misiones, delegaciones y voceros de trabajo a La Habana.

 

Si se logra resolución del conflicto armado, los colombianos dejaremos el estrés mediático que provocan tediosas conversaciones y negociaciones entre el Gobierno e insurgentes.

 

Quiere decir que exactamente en un trimestre –si se cumplen los tiempos- el país podría respirar un nuevo aire de optimismo y confianza en materia de seguridad.

 

Es la mayor apuesta de las gentes de bien, del Gobierno y de los empresarios.

Es el pedido navideño más caro de los hogares este fin de 2015. La paz, el símbolo de fe y esperanza para un pueblo cansado de violencia y miedo.

 

Es el más preciado encargo de jóvenes y viejos en esta Navidad. Es como aspirar a unos aguinaldos inmateriales, llenos de objetivos ciertos y certidumbres.

 

Qué mejor Niño Dios que la paz, expresión suprema de respeto a la vida.

Desde el más humilde hasta el más hacendado, todos por igual, merecemos la promesa de la paz.

 

El desarme de los espíritus es principio y consecuencia de la pacificación nacional.

 

Nada más tranquilizante que estar a paz y salvo con los demás.

 

Ninguna economía se mantiene a flote en medio de la guerra, la violencia, el secuestro, la extorsión y los ataques a poblaciones e infraestructura.

 

No hay política que resista 100 años de zozobra guerrillera, temor, muerte, desolación, viudas y huérfanos.

 

Las democracias resisten, pero flaquean cuando sus sistemas de Gobierno son vulnerados por la inseguridad, el terror y el miedo que infunden actos guerrilleros.

 

Las empresas como los hogares, los campos como las ciudades, los pobres como los adinerados, trabajan, conviven y progresan, aún en medio de las balas. Sobreviven a la guerra.

 

Las familias de Colombia prenden luces de fe esta Navidad y siembran el árbol de la paz con frutos de reconciliación nacional.

 

Nada más sagrado que la unidad familiar, más valioso que el respeto a las diferencias, más necesario que el apego a la vida. La paz fortalece nuestra manera de vivir.

 

Rumbo al final de este año no queda otra que mantenernos firmes en el optimismo por la paz.

 

Resolución del conflicto armado está a la vera de camino si las partes logran el consenso de la reparación y reintegración social.