MIRADOR
Dolerá
VA a doler el costo social, político y económico del posconflicto a partir de 2016. Lo primero es desarmar los espíritus y convivir con el fantasma del miedo que engendra la paz. El Gobierno del presidente Santos y los empresarios deberán trabajar oportunamente en ‘doble vía’. Asegurar los medios para financiar la terminación del conflicto armado con la guerrilla de las Farc y, además, destinarlos con rigor y austeridad en la socialización de los para entonces excombatientes. No será fácil reconstruir el lastimado tejido social de reinsertados, desmovilizados, desplazados y víctimas de las Farc.
Lo primero es hacerse a la idea de que firmar la paz con ese grupo armado es el mejor negocio para el país. Lo segundo es aceptar con tolerancia, perdón y reparación, el alto precio fiscal que todos tendremos que asumir para volver a respirar un nuevo aire de seguridad.
Un tercer elemento es la ineludible salida tributaria que tendrán que seguir las autoridades económicas. Será preciso disponer a partir del próximo año de dos bolsillos para cubrir gastos e inversiones del posconflicto, y adicionalmente, ‘cuadrar’ las cuentas fiscales que andan alicaídas. De un bolsillo tendrá que salir la plata para atender el posconflicto. Del otro, el dinero para financiar el desbalance presupuestal que hoy presenta el Gobierno, influido por el deterioro de los precios del petróleo y el menor crecimiento de la economía.
Valdrá mucho, en principio $ 10 billones, sortear las necesidades básicas del acuerdo de paz: reinserción, socialización, salud, educación, vivienda, empleo y adaptación o convivencia. A su vez, el déficit fiscal y en cuenta corriente, llevará a aumentar el recaudo de impuestos: renta, gravar dividendos, IVA, paraísos fiscales y ampliar base de contribuyentes.
Para el posconflicto se cuenta con el ofrecimiento de varios países de la eurozona. Sin embargo, conseguidos estos aportes del exterior, va a ser preciso rebuscar alrededor de $ 7 billones para reconstruir el nuevo edificio social de los desmovilizados. Si el país luce hoy adormecido, casi que mal acostumbrado o habituado a 50 años de violencia, en 2016, cuando lleguen las facturas del posconflicto, tendrá que imperar la sensatez, la solidaridad y el sacrificio económico de pobres y ricos.
Muy seguramente el Gobierno echará mano de tarifas impositivas para completar los recursos. En el caso del descuadre de las finanzas públicas, la única opción a la vista, incluso recomendada por el FMI, es otra reforma tributaria, en este caso estructural o progresista. El faltante del Estado para autosostenerse en los próximos 4 años desborda $ 10 billones, incluyendo asignaciones para restitución de tierras y atención a desmovilizados.
Vendrá un duro apretón fiscal que irá más allá del billón de pesos en ahorros en funcionamiento, principalmente nómina y compras del Estado. Tendremos que hacer ‘gimnasia financiera’ para mantenernos económicamente en forma.