Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Septiembre de 2015

MIRADOR

Si toca

Este  martes los ánimos deberán estar caldeados del lado de la frontera, el ambiente perplejo en Colombia, y con  sensación amarga a relaciones rotas con Venezuela.

¿Hay relaciones hoy con el dominante Maduro? ¿Cuál relación bilateral? ¿Qué nos queda de integración bincional? Solo persiste el odio pasional e irracional desde el Palacio de Miraflores. Así las cosas, no sería impensable romper. Si toca, toca. El presidente Maduro perdió la razón y en un acto de ceguera irracional, le ‘casó’ pelea a Colombia. Nos planteó guerra al darle una paliza a integración colombo-venezolana y desafió institucionalidad política, económica y social.

Los espíritus están caldeados, nervios de punta y el nacionalismo alborotado.

Las venas rotas por la herida en la frontera no deben llevarnos a histeria colectiva, menos a alzar armas, que es a la provocación a la que nos quiere llevar rabioso mandatario del vecindario. Nadie debe lanzar insultos contra pueblo venezolano, pero sí asumir firmeza, decoro y repudio contra iracundo gobernante. Hay que actuar hoy, sin contemplaciones ni miedo a lastimar diplomacia.

Nos declara la guerra, nos invita a batalla, toma delantera en sus ataques. Sin embargo, el arma que debemos mostrar del lado colombiano es la unidad nacional, solidaridad y resolución internacional, sin contemplaciones ni dudas legales.

Unasur, OEA y Naciones Unidas, tienen el marco jurídico en defensa de las soberanías para proceder sin vacilar ni esperar a que el enemigo de la paz continental se envalentone.

La economía social y empresarial en la frontera común, empobrecida, urge amparo oficial, más allá de escasos 250 mil pesos para cambiar albergues por habitaciones dignas. Al tiempo que se protegen seguridad e integridad social de deportados y expulsados, hay que hacer algo en lo político e internacional para sentar precedente. ¿Romper relaciones? No es descabellado. ¿Retirar embajador nuestro en Caracas, por qué no? Que Samper se retire de mieles y aguas mansas de Unasur, claro que sí. Que Venezuela nos imponga restricciones para el intercambio comercial, pues habrá que asumirlo.

Que Maduro tenga delirios de Bolívar y ordene expulsar nuestros capitales, expropiarlos y cerrar compañías binacionales instaladas en su país, pues nada raro. Que nos dejen de pagar más de 300 millones de dólares que sus importadores adeudan a exportadores colombianos, puede ocurrir, esa plata se va a perder.

Si saca a la brava, a empujones a nuestros ciudadanos y calumnia al expresidente Uribe, desafìándolo a los puños, ¿por qué sorprendernos si declara su furia al empresariado colombiano en su país y a venezolanos que hacen negocios en Colombia?

Más allá de relaciones bilaterales, nos duelen nuestros hermanos de acá y de allá. Más que la integración política y cultural de ambos países, cuentan el drama, horror y vergüenza que padecen los echados a la brava.