Hora del café
EL café es de las cosas buenas que hoy le ocurren a la economía colombiana, pese al estrés de más de 500 mil familias cultivadoras por el anuncio perentorio del Gobierno de suspender ayudas al sostenimiento del precio interno para 2015. Hay que iniciar aclarando que el dulce momento de la caficultura nacional no da para hablar de bonanza. Un aumento en producción del grano no debe llevar a euforias ni exagerar con el calificativo de nueva bonanza cafetera. Para darse un nuevo ciclo de bonanza es preciso que coincidan varios factores del comercio global: buenas cosechas, suficientes inventarios, precios externos atractivos, precio de sustentación para cultivadores, aumento de exportaciones, buen clima para cafetos e incremento del consumo mundial.
Colombia cotiza hoy bien su café en la bolsa de Nueva York. Los importadores reconocen una prima o bonificación por la calidad del bebestible colombiano. La producción va en ascenso gracias al papel de la Federación de Cafeteros con su programa de renovación de cultivos y modernización de su parque cafetero, mayor productividad y mejores condiciones de vida para cultivadores. Preciso mencionar el eslabón exportadores particulares-FNC. Las exportaciones de café en gran porcentaje corresponden a los privados, agremiados en Asoexport. Sin esa cadena de trabajo armonioso, pensando en los intereses de la caficultura, en la viabilidad de la industria y en el valor agregado del negocio, el café pasaría tragos amargos.
El dulce aroma del café colombiano tiene mucho que ver con el entusiasmo con que trabajan, cada uno desde su orilla, FNC y Asoexport. Ambos nutren el mismo canasto: la caficultura colombiana. Ambos producen y dignifican el nombre de nuestro grano en los mercados del mundo a través de estándares de calidad, certificados de origen y valor agregado.
La Federación de Cafeteros se encarga de mantener vigente toda una civilización cafetera. Es la responsable de que tengamos unos cafetales saludables, renovados, en producción, resistentes a plagas y enfermedades. Es la promotora de que los productores participen del negocio con un ingreso real que remunere su esfuerzo en las fincas. Es facilitadora, acompaña al cafetero y defiende los intereses de la familia caficultora.
Asoexport, a su turno, defiende los intereses de sus afiliados los exportadores privados del grano, componentes fundamentales de la organización cafetera, responsables en alto grado de la comercialización del café en los mercados del mundo.
De la misma manera que sectores opositores dieron ‘palo’ a la FNC y arreciaron críticas contra Luis Genaro Muñoz, es hora de abrir ojos a una nueva realidad de la caficultura colombiana donde se siembran esperanzas de un mejor mañana para cafeteros. Muñoz es artífice de lo bueno que hoy le pasa al café.