Así jugamos
“Ahora el balón está en cancha del Gobierno”
Ido el mundial Brasil 2014, que Alemania ganó con lo justo en su final con una cerrada Argentina que la maniató y le impidió lucir su fútbol profundo y efectivo, Colombia vuelve a su realidad. Pasó la fiesta, hora de volver a casa.
La cita mundialista dejó enseñanzas, lecciones y experiencias más allá de estrategias de juego, dibujos tácticos, módulos ofensivos o defensivos, y trabajo arbitral. Nos dice que quien persiste alcanza y quien planifica logra.
La campeona Alemana juega y expresa su fútbol tal como es su país. Semeja a sus gentes emprendedoras y a un Estado de temple que ha sabido posicionarse fuerte en la eurozona.
Significa que fuerza y talento de su fútbol en logro de su cuarto título mundial refleja el rostro social de sus gentes, pero también la actual dimensión política y económica de Alemania.
Alemania se repuso de barreras que bloquearon durante décadas su desarrollo y libertades individuales. La caída del muro de Berlín soltó amarras y liberó espíritus de innovación, inversión social, tecnología, transformación productiva y competitividad industrial.
Alemanes jugaron siete partidos mundialistas con el overol puesto. No salieron sumisos al terreno de juego, saltaron a la cancha forjados de gloria, envalentonados por confianza que transmite organización deportiva seria, que trabaja desde las bases, invierte en capital humano, capacita y apoya sin tacañerías.
El fútbol de los europeos fue de temple, revestido de seguridad, parecido a la marcha de su nación. El técnico alemán dirige su equipo como la cancillera lidera este país: con determinación y respeto por sus gentes, procesos, necesidades, capacidades y aspiraciones.
En Alemania la balanza de inversión se inclina hacia talento, deporte de masas, cultura, entretenimiento y semilleros deportivos. El Gobierno invierte y también el sector privado. Hay escuelas de seguimiento y formación.
Selecciones nacionales que desilusionaron en cuartos de final dibujan también lo que hoy viven sus países. Es el caso de Brasil. Con fútbol triste y aburrido recurrió a las ‘patadas’ para ganarle a Colombia y se despidió sin pena ni gloria. Así vive hoy esa nación, confundida socialmente y sin brújula política para gobernarla y darle esperanzas a un pueblo que soporta pobreza, desigualdad e inseguridad.
Argentina, algo parecido. Su Gobierno enfrenta un drama financiero con los llamados fondos “buitres”. Hay carestía, confusión y nada de claridad en el horizonte económico. Su selección jugó todo el mundial a defenderse y no dejar jugar. Como se defiende el Gobierno argentino de exigencias norteamericanas y acreedores que lo acosan.
Colombia, en cambio, lució un fútbol esperanzador, alegre y de encanto. Daba gusto verla jugar. Transmitió la ilusión con que colombianos encaramos retos por la paz, crecimiento, empleo, inversión, seguridad, inclusión social y prosperidad económica.
Ahora el balón está en cancha del Gobierno. Rusia nos espera en 2018.