Ir a la OEA
Más allá de una deuda que sobrepasa US$ 370 millones, Colombia y Venezuela tienen compromisos ineludibles de integración y economías fronterizas. Si bien es difícil que el agitado Gobierno de Caracas facilite el pago a nuestros exportadores de esas obligaciones pendientes por parte de sus importadores, el peor de los mundos sería ir a pescar en rio revuelto. La diplomacia de un lado, la asistencia social a nacionales radicados en Venezuela, del otro, deben ser prioridades para el presidente Santos.
Sin dejar de disentir contra cualquier eventual brote de maltrato a ciudadanos colombianos en Venezuela, el camino a seguir lleva a la OEA. Es a esta organización con sede en Nueva York a quien corresponde fijar posición frente al alborotado clima político en el país vecino. Y como hay buenos y malos vecinos, lo mejor es llevarnos bien con todos, o al menos, no aceptar ni ‘casar’ peleas.
Lo que vive Venezuela viene del desaparecido comandante. Con Maduro, se dijo en esta columna, las cosas no serían peor, pero tampoco mejor. Más bien han resultado mas tensas e inciertas. El Palacio de Miraflores no mide consecuencias ni en frío ni en caliente. A Maduro no le causa gracia que alguien piense, hable o actúe contrario a su ley. Está dispuesto a pasar por alto cualquier protesta o rebelión popular. No tolera diferencias con la oposición, pero tampoco se ‘pasa’ al sector privado. Y lo peor, no digiere que ninguna democracia lo refiera o aconseje. Actúa Maduro como si al morir Chávez, éste le hubiera dejado el encargo de fastidiar todo lo que luzca adverso a la llamada revolución bolivariana. Y ni el mismo Simón Bolívar se salvaría.
Así las cosas, el mejor paso a dar es el de la institucionalidad continental y ella pasa por la OEA, a la cual le compete actuar con firmeza y convicción. La OEA no puede tornarse apacible en medio de la tormenta. Tampoco es para que salga a elevar cometas, pero sí tiene la responsabilidad política de asumir un papel protagónico y duro si es el caso. Y Venezuela lo es.
Colombia debe ser persuasiva, diplomática y amiga de conciliar intereses en la región, armonizando siempre los intereses de las instituciones democráticas y los derechos de los ciudadanos. Y defender con vehemencia a nuestros empresarios. Proteger a nuestros colombianos en ese país a través de un censo de población que ya debería tener embajada de Bogotá en Caracas. Cómo viven, cuántos son y donde están los nacionales en Venezuela? Y en casa, profundizar programas de asistencia financiera a empresarios situados en zona de frontera.