Año azaroso
A 20 días de cerrar 2012 hay luces y sombras sobre la faz de un país que debió seguir lidiando con lastres causados por fuerzas oscuras, calamidades, furia de la naturaleza, ambición, sed de poder, conflicto armado, pérdida de mar Caribe y robos a granel.
Un calendario cargado de enrarecido ambiente por cuenta de quienes quisieron saquear fondos públicos destinados a prioridades sociales.
No bastó con que un puñado de ladrones-contratistas fuera a prisión por apropiarse de dineros que debieron financiar obras públicas que no terminaron y siguen a paso de tortuga.
Dos años de desfalcos a salud pública, de artimañas en manejo presupuestal de hospitales y de en general, un desacreditado sistema de salud.
Viene 2013 y nuestra infraestructura causa vergüenza. Nos alienta el nuevo aeropuerto bogotano, pero desanima pobreza en que operan los terminales aéreos, fluviales, y aún peor, los obsoletos y feos paradores de transporte de buses.
Nuestra infraestructura anda rumbo al estado ‘terminal’. Puertos y aduanas en las mismas de hace 50 años, excepto lo que han logrado forjar en Cartagena gracias a contar con dolientes y expertos en globalización. Y no es culpa de este Gobierno, es la suma de equivocaciones, negligencia e incapacidad política en décadas.
Las megaobras que deben ir de la mano del TLC con EE.UU. aún no muestran celeridad y causan sobrecostos millonarios a transportadores de carga por carretera.
Una pena que ni siquiera hayamos podido con la doble robada calzada a Girardot.
Y ¿qué será del unidireccional Túnel de la Línea entre Tolima y Quindío? ¿Tal vez en dos años?
Año azaroso para una nación pintada de fe por el nuevo intento de paz con las Farc.
Tiempo difícil por el descalabro nacional en La Haya que nos quitó lo que asumimos por años como nuestro.
Miedo de ahorradores e inversionistas por el siniestro financiero de Interbolsa que esfumó parte de la credibilidad y confianza en este mercado.
Temor de la clase media por una reforma tributaria que será dura contra ricos.
Nerviosismo en miles de hogares por suerte del nuevo salario mínimo que negocian Gobierno, empresarios y centrales obreras en un ambiente relativamente positivo por buen estado que continúa mostrando la economía nacional.
Inquietud por necesidad de generar nuevas plazas en el sector privado. Más que el porcentaje del ajuste al salario lo que más preocupa es formalizar trabajos para dignificar y socializar.
El presidente Santos es abanderado en reducción del desempleo y de que más colombianos se vinculen a población productiva. La vivienda prioritaria ayuda. Si avanzara infraestructura, más mano de obra habría que vincular.