Ahora que se está hablando del acuerdo de la terminación del conflicto armado con las Farc y las reformas que se están anunciando, no se puede desaprovechar la oportunidad de hacer una verdadera política de protección social en todos los sectores de la población colombiana. Y es que mucho se habla y se promete en el campo de la seguridad social, pero poco se lleva a la realidad o se concreta, siendo un derecho fundamental. Es por ello que en este campo es donde más pueden ganar los colombianos y dar un gran paso para el logro de la cohesión social y la construcción de la paz con todos los ciudadanos. Hay que garantizar el acceso a la salud con calidad; una política laboral que garantice el acceso al empleo formal y pensiones para todos los trabajadores y la tercera edad.
Colombia necesita acabar con la política del paternalismo o asistencialismo dejando de promover tantos subsidios a cambio de estar trabajando por la formalización laboral, la ampliación de la cobertura en los servicios sociales o, en otras palabras, en la estructuración de más derechos para los trabajadores, porque defendiendo la clase trabajadora 'eficiente' se está mejorando la productividad pública y privada. Hay que garantizar la prevención y aseguramiento de los riesgos laborales que mejorará la competitividad de la empresas y el acceso a las pensiones para garantizar una vida digna a las personas mayores y una política de envejecimiento y vejez que responda a la transición demográfica que vive el Colombia. Estas políticas se podrán ejecutar con una institucionalidad eficiente que gestione las prestaciones y sea la responsable de la ejecución de los programas sociales ante los ciudadanos.
Finalmente generar una cultura de previsión para que los jóvenes puedan asegurar su seguridad económica en el futuro, cuando la juventud se vaya y cumplan a su vez con los deberes de solidaridad y mejoramiento de vida de sus conciudadanos. No faltan en Colombia las personas que dicen que aquí contamos con una de las mejores condiciones de protección social. Es una actitud que va en contra del mejoramiento de nuestras condiciones y que pasa por el abuso a las capacidades intelectuales de los compatriotas. Basta con pasar por países como España donde sí se siente uno orgulloso de su institucionalidad de seguridad social con calidad y eficiencia, pese a las dificultades económicas que han vivido. Es que lo importante es tener puntos de comparación mejores que las nuestras y no compararnos con aquellas que son precarias a las expectativas internacionales. Vale la pena estudiar las experiencias de los países que han superado las dificultades y han diseñado mejores sistemas de seguridad social, que son reconocidos por su eficiencia y defendidos por sus destinatarios.