Me ha sorprendido el interés de muchos colombianos en la elecciones de los Estados Unidos: la vehemencia con que estos defienden a “su candidato” es como si fuera de gran importancia para nosotros, siendo que de todas maneras nos van a tratar como si fuéramos lacayos de ese imperio, gane quien gane. La historia nos muestra que nos vamos a arrodillar ante el ganador. Que yo me acuerde muy pocos presidentes han tenido el valor de ponerlos en su sitio, como Alfonso López sacando a la AID de Colombia.
Aclaro, no tengo nada contra ese país, todo lo contrario, lo admiro y tengo amigos entrañables de ese país. Pero si no tenemos dirigentes colombianos, preparados y con experiencia, que sepan negociar y capaces de hacernos respetar terminamos como hoy: arrodillados y mendigando migajas. Hasta bendicen que estimulen el aborto para reducir nuestra población, y así, no vamos a ninguna parte. De aquí deduzco que nuestra inmadurez cultural, nuestra ignorancia moral, nuestro desorden político, nuestra identidad nacional desteñida, son la razón de nuestro desastre como república: las incontables guerras, la corrupción galopante, el egoísmo rabioso, la injusticia social, son la orden del día.
Quien entiende el interés de los colombianos por las elecciones en ese país, cuando pocos ponderan nuestra inmadurez política al votar por un presidente colombiano. Cuando los medios de los Estados Unidos, analizan, minuciosamente, los “pros y contras” de cada candidato, y nosotros elegimos presidentes sacados del cubilete de un mago.
-No vemos que la historia está volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurge la limpieza social, con furor, resentimiento y agresividad. Una idea de la unidad del pueblo -al gusto de unos grupos- penetrada por diversas ideologías, que crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una defensa de los intereses nacionales. Lo que nos recuerda que “cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistadas cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutando como si esa situación nos llevará a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos” (…)
-Abrirse al mundo es una expresión que ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero “la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no mas hermanos. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia…Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de especuladores (…) (Csf, Fratelli Tutti, de S.S. Francisco)