Ni en época de Covid-19 la izquierda ha actuado en concordancia con el momento. Quizás pensamos que por primera vez estimularían la unión y el trabajo en equipo, sobreponiendo intereses personales, buscando salir adelante ante esta adversidad. No, como siempre fallaron.
Muy por el contrario promovieron la desobediencia civil, pidieron a los padres no enviar a sus hijos a estudiar y, los que hacen gestión por Twitter, dijeron de forma equivocada que los ventiladores entregados por el Gobierno Nacional a la red hospitalaria de Bogotá no servían, entre otras tantas. ¡Terrible!
La izquierda nos ha reconfirmado lo que realmente profesa, sus verdaderos intereses y la intención de sembrar caos para llevarnos al abismo. En últimas, todo hace parte de un macabro plan que tiene fecha final de ejecución mayo de 2022.
Sí, pretenden ganar la presidencia de Colombia en 2022 a cualquier precio. Apoyados por el Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo, se están queriendo valer de esta crisis para desestabilizarnos. No son acciones improvisadas, no. Estas responden a un peligroso libreto, que parte de hacernos creer que ellos son y representan al pueblo y nosotros, o los demás, encarnamos al antipueblo.
Es irrefutable que la carrera por la presidencia del 2022 ya comenzó y la izquierda repotenció sus motores de desestabilización frente a un país que no quiere equivocarse. La falaz senda de recuperación que profetiza, en realidad reposa en quienes por ningún motivo permitiremos dar un giro que ponga en riesgo las políticas basadas en el estado de derecho, la democracia liberal y la iniciativa privada; ello sería un gravísimo error, está más que claro que el socialismo del siglo XXI fracasó.
Mantener el rumbo requerirá de una centro-derecha unificada, que promueva líderes con arraigo en las regiones o que conozcan al detalle el aporte y el verdadero rol de éstas al país, pues solo interpretando el territorio, sus necesidades y aspiraciones, se logrará una gestión importante, que priorice lo urgente.
Pensemos en una dupla presidenciable producto de un gran acuerdo nacional que, frente a la crisis de legitimidad que viven los partidos políticos, logre el respaldo de una inmensa coalición ciudadana a la que se le pueda sumar la gran mayoría por medio del consenso participativo que supere el desgastado esquema de consultas partidistas.
Es difícil lograrlo, lo sé, pero debemos tener claro que si no se hace, corremos un inmenso riesgo, porque la narrativa de izquierda avanza de forma peligrosa con plataformas de reproducción que abarca al departamento de Nariño y ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Santa Marta.
En ese contexto se divisan líderes regionales con mucho conocimiento y experiencia de la cual resultaría una candidatura con proyección que agrupe a sectores que legitimen el proceso. Aparecen nombres como el de Federico Gutiérrez, Alex Char, Rafael Nieto, Juan Carlos Pinzón, Paloma Valencia, Marta Lucía Ramírez y Luis Alberto Moreno que pudieran tomar la bandera, siempre pensando en que ¡no podemos permitir dar el giro equivocado!