Pasamos los días de navidad y seguramente cada familia se debió reunir con sus integrantes para hacer la novena y día 24 rezar y cenar como es costumbre en nuestro país y en aquellos otros con una mayoría católica. Y al estilo de los niños, cada persona debió pedirle a Dios que nos ayudara en el futuro. Los niños por su parte, habrán mandado la carta al niño Dios pidiendo juguetes o que convierta en realidad algunos de sus sueños. Lo imperativo es que todos los colombianos hayamos pedido que nos ayude a recuperar los valores éticos y morales que ya han hecho crisis en todas las ramas del poder público y que tienen al país al borde del abismo por la cantidad de hechos de corrupción y abuso de poder que todos los días vemos publicados en los medios de comunicación.
Y, ¿qué decir de la polarización de odios en que nos movemos en Colombia? Por otra parte, es indudable que la mayoría de la comunidad está viviendo una época de incertidumbre y desasosiego que ha creado un clima poco amable para la inversión y el desarrollo económico. Además, la falta de credibilidad de la opinión pública respecto de la justicia, el Congreso, los partidos políticos y el mismo gobierno, hace que la institucionalidad se encuentre en peligro.
Frente a las elecciones, que en poco se llevarán a cabo para elegir nuevos miembros del Congreso y corporaciones públicas, así como nuevo Presidente y Vicepresidente de la República, los colombianos tenemos que parar y reflexionar porque solo tomándonos este tema con la seriedad que le concierne y el tiempo que merece, podremos elegir a quienes no estén vinculados a actos de corrupción y a personas que tengan un real compromiso con el futuro de nuestra Nación.
Es importante que el próximo Presidente que elijamos sea alguien que nos garantice seriedad, compromiso, honestidad y conocimiento de nuestro país. Necesitamos urgentemente de un hombre de Estado, que no se limite a ofrecer lo que no ha de cumplir con la finalidad de conseguir el favor popular, o como en algunos casos, se limite a prometer de su gobierno todo lo contrario a lo que terminará materializando.
Personalmente, creo que para que estas características se den en los futuros gobernantes de las distintas ramas del poder público es fundamental que se inicie por el compromiso de rescatar los valores perdidos que son los cimientos de un país serio o con perspectivas de desarrollo armónico y de una debida justicia sin impunidad. Por todo lo anterior, aprovechamos estos días de navidad y año nuevo para meditar en el futuro próximo. Que el niño Dios nos ayude, pero que seamos conscientes de que por más católicos que seamos, si nosotros no nos ayudamos nadie más nos podrá ayudar.
Por último quisiera enviar a todos mis lectores mis mejores deseos por que el año 2018 les llegue cargado de mucha salud, amor, amistad y los mejores éxitos es todos sus propósitos.