Entre cordura y fanatismo
A mitad de este mes de agosto hubo un serio enfrentamiento entre quienes preparaban en la Pontificia Universidad Javeriana la decimatercera versión del llamado Ciclo Rosa Académico, y una red de opositores a su realización, pues, para análisis de las tendencias homosexuales, se tenía prevista la presencia de destacados defensores de esa modalidad,con apología de la “ideología del género” y la agenda política LGTBI en Latinoamérica. Hubo un grupo de más de tres mil laicos católicos que hizo llegar su voz de profunda inconformidad al Rector de la Universidad, P. Joaquín Sánchez, por la realización de ese evento, que, bajo el ropaje de “académico”, abría paso, según los opositores, a tesis abiertamente “pro-gay”.
Ante esa situación vino intervención del Secretario de la Conferencia Episcopal, Mons. Daniel Falla, del Presidente de la Conferencia, S.E. Rubén Salazar, y del Nuncio Apostólico, Mons. Ettore Balestrero, ante el Rector y el P. Francisco de Roux, Provincial de los Jesuitas, responsables de esa Universidad católica, con análisis de la situación y la razón de ser de esas protestas de laicos que, en defensa de la fe y la moral pregonada por la Iglesia, reclamaban por un evento y programa, con esas dimensiones, en los claustros javerianos.
Ante la determinación de cancelar ese evento que tomaron los directivos jesuitas, en medio de respetuoso y razonado diálogo con directivos de la Iglesia en Colombia, vino la reacción de quienes nos sentimos complacidos por el estilo de diálogo eclesial en el que se decidió ese enfrentamiento, y las reacciones fanáticas y frenéticas de protesta, de otros, por no haberse realizado aquel certamen. Para estos era algo “simplemente académico”, pero, para otros, era de abierta apología de doctrinas contrarias al Evangelio.
Hay la mentalidad que defiende que el nombre mismo de “universidad” quiere decir “apertura universal” a todo pensamiento, lo cual tiene su verdad, pero, si una universidad tiene un pensamiento definido, y se presenta como un distintivo, como el de ser “pontificia”, no se le puede exigir, ni se puede sentir obligada a difundir tesis contrarias a su pensamiento, pues estaría prohijando algo en contra de lo que da la razón de su propio existir. Que se debatan pensamientos adversos, que se den a conocer las más variadas ideologías, bien se puede, pero que sea al menos en situación de igualdad con defensores del propio pensamiento, en clima realmente “académico”, y no de premeditado proselitismo hacia ideas adversas, y con solitarios adalides de ellas.
En lo programado para ese Ciclo Rosa Académico se perfilaba cuanto he dicho, que no es aceptable, y, por eso, el reclamo motivado por el laicado asumido ante los Padres Jesuitas por jerarcas de la Iglesia, adelantando el diálogo aludido con gran cordura. Fue en forma contrapuesta al fanatismo de quienes al ver cerradas la puertas a su inaceptable propósito han llegado a protestas irreverentes, a vociferaciones desmedidas, a artículos de prensa con descalificación de laicos y jerarcas, y de los mismos jesuitas que razonablemente vieron la inconveniencia del programado certamen, en esas condiciones.
Es cerrado fanatismo señalar como “actitudes inquisitorias” todo aquello que reclame respeto por pensamiento y normas que se tienen en la Iglesia, olvidando que en ella, como en toda seria organización, inclusive las deportivas, hay normas que respetar, y las decisiones que se tomen según ellas, no se pueden calificar de intransigencias. Bien dijo el Superior General de los Jesuitas, en reciente reportaje, que el tan apreciado Papa Francisco, formado en la seria disciplina de esta comunidad: “será muy fiel a lo que considera importante en la tradición de la Iglesia”.
Con cordura, y no con fanáticos arrebatos, se deben superar enfrentamientos en Colombia y en el mundo.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional