Deportes y festejos regionales
Qué bueno que en medio de tantos hechos que causan dolor y angustia, como las persistentes acciones bárbaras de la guerrilla no obstante poner cara de pacifistas en las inciertas negociaciones de La Habana, como los constantes descubrimientos de corrupción en actividades públicas y particulares, como la insistencia en aprobar leyes que den cabida a hechos contrarios a la misma naturaleza, qué bueno que tengamos otros hechos que refrescan el ánimo y traen optimismo al panorama nacional. Entre estos últimos están las pacíficas y triunfadoras jornadas deportivas y las celebraciones alegres y sanas de festejos regionales, culturales, cívicas y religiosas.
La realización del noveno campeonato de deportes en Cali fue una vitrina honrosa de nuestro país, que nos quita, en parte, la triste fama de violentos y de narcotraficantes. Buen puesto ocupó Colombia, y satisfechas se fueron las delegaciones de tantos países culta y dignamente atendidas en nuestra Sultana del Valle. Qué bien estos hechos que nos dan esperanza de días mejores para el país, y difunden un mensaje de aprecio por esta amada Colombia.
La extraordinaria presentación de silleteros en Medellín, en torno del memorable 7 de agosto, es otro alegre y artístico certamen, verdadero festejo en nuestra “Capital de la Montaña”, en donde mayores con sentido altruista lo mantienen vivo como bella escuela de patriotismo en la que aleccionan a niños y jóvenes. Es nuevo céfiro agradable y confortante que se difunde por todo el ámbito nacional.
Bogotá también se engalana en su aniversario de fundación con desfiles artísticos y caravanas musicales que recorren la ciudad, que hacen olvidar en buenos ratos las disputas sobre fallas en la administración y los lunares de imprudencias de irresponsables conductores ebrios de vehículos, con tragedias irreparables, que reclaman leyes y mano firme para que esto se frene definitivamente, aquí y en todas las ciudades del país. Quiera Dios predominen los aspectos positivos que lleven aleccionado y confortante estímulo a todas las regiones.
Hay variedad de fiestas a lo largo y ancho de nuestra geografía colombiana, desde la Fiesta del Mar en Santa Marta, pasando por el Reinado Nacional en fecha histórica de Cartagena, por los “alabaos” en honor de San Francisco en la región Chocoana, por el Reinado del Café en Manizales, por las alegres, folclóricas, y musicales fiestas en el Gran Tolima, por el Reinado del Arroz en el Meta, por las picarescas festividades de “negros y blancos” en los lares nariñenses. Qué bueno sería que entre cristianos hubiera en todas esas celebraciones mucha alegría, y que fueran escuelas de cultura, con respeto a la limpia moral heredada de nuestros mayores, sin excesos de degradantes vicios.
Y, cómo no mencionar entre las esperanzadoras actitudes de colombianos el fervor religioso que se manifiesta en celebraciones como las de los distintos barrios capitalinos, y de tantas localidades de Colombia, en honor a la Virgen bajo su advocación de el Carmen y la celebración piadosa de la Semana Santa. En medio de materialistas intereses, y de tanta inmoralidad que muchos propician, estos baños religiosos, con llamado a una fe vivida de verdad, son prenda de salud espiritual para el pueblo colombiano. Toda la labor con que en la Arquidiócesis de Bogotá, y en las demás circunscripciones eclesiásticas, se impulsa para tener una vitalizadora Nueva Evangelización es aire nuevo y vivificante, en medio de lo negativo que muchos se empeñan en difundir.
Deportes, festejos regionales y benéfico cultivo de espiritual, cuánto bien le traen a un país como el nuestro, con tanta riqueza que el Creador le ha dado y con gentes con tantas cualidades.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional