MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Julio de 2013

Estables soluciones

Si  alguno quiere ser el primero… sea el servidor de todos”, dijo Jesucristo (Mt. 9,34) ante la perenne pretensión de los humanos de estar en puestos de distinción. No buscando terrena primacía, pero sí fiel al llamado de continuar el ejemplo dado por él,  aun realizando labores propias de esclavos como lavar los pies (Jn.13, 2-15), la Iglesia busca entregar un mensaje de generosidad y de amor de unos con otros (Jn. 13,15). Quiere ella dar testimonio y dar esa enseñanza, prestando así, eficientes servicios y señalando estables soluciones.

A lo largo y ancho de Colombia están ubicados 80 obispos, encargados de “vigilar”, como es la literal traducción de esa palabra, pero no solo la conducta de laicos y sacerdotes, sino de descubrir en donde están las mayores necesidades de las personas a su cargo y las maneras de ofrecerles oportunidades de superación. Dos veces al año se reúnen esos servidores de la patria, colocados por la Iglesia para atender a los humanos, buscando en cada uno de los temas estudiados encontrar la manera más eficaz de cumplir esa su tan amplia labor. Acaba de realizarse con ejemplar dedicación, la ya 95 Asamblea de este tan digno Episcopado.  

“La evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia”, recordó ese gran Pontífice Paulo VI en su magnífica Exhortación apostólica “la evangelización del mundo contemporáneo” (08-12-75), en la cual traza precisas líneas a una verdadera Teología de la Liberación. Es que, mientras más nos acerquemos a Dios y al Evangelio, “Buena Nueva” de superación espiritual, mejor servicio prestaremos a los hermanos, en especial a los más débiles entre ellos. Tendremos así, también, la  seguridad de estar mostrando un camino seguro, y con recompensa, de Quien recibe como hecho a Él mismo cuanto hagamos a favor de los humanos (Mt.25,42).

Jornadas enteras de todo el Episcopado estuvieron dedicadas a revisar la manera de entregar  “el primer anuncio del Evangelio” a las gentes de hoy, para que lo acojan no solamente en sus mentes sino para que lo asuman como motor de sus acciones. Discernimiento sobre traducciones más precisas de la Palabra de Dios que se proclama al pueblo fiel, y sobre detalles aleccionadores que contienen las celebraciones sagradas, estuvieron, también, en el orden del día de esas reflexiones. Tema de gran inquietud fue el de la insomne difusión del mensaje cristiano, llevándolo a los poderosos de la Tierra, y a los más abandonados, como lo hizo la santa colombiana Laura Montoya, a quien se le rindió cálido homenaje. No es solo que se conozca el Evangelio, sino que se lo viva.

También hubo contacto con quienes prestan la difícil tarea de diálogo con la insurgencia del país, para oír sus propósitos de lograr acuerdos que lleven a erradicar el absurdo flagelo de la guerra que ha soportado por décadas nuestra amada Colombia. Se les dio una voz de aliento, pero se les puso de manifiesto que hay que exigir sinceridad y voluntad de enmienda a quienes han pretendido con la violencia, el odio y la destrucción cambiar a Colombia. Algo que también se les puso de presente es que no se pretenda en esas reuniones atípicas cambiar la Constitución y las leyes, sino dejar esa tarea, con algunas recomendaciones, a los organismos ya establecidos por cauces democráticos con aceptación del pueblo colombiano.

Con decidida presentación del salvífico mensaje de Jesucristo, con las líneas sociales aplicadas a las realidades colombianas, con acogida sencilla y  confiada de esas verdades por nuestras gentes, con oración confiada a Dios y a la excelsa intercesora María Santísima, Reina de Colombia, al lado de esfuerzos sinceros de enmienda y de reconciliación que se tengan en  mesas  de negociación, estaremos caminando tras las estables soluciones que necesita la patria. 

monlibardoramirez@hotmail.com¨

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.