NUEVO PUEBLO DE DIOS
Frente a valiosos testimonios
Qué bien iniciar esta Gran Semana, conmemorativa de tantos hechos de bondad y amor de Dios hacia los humanos, poniendo la atención a valiosos testimonios de respuesta a ellos de parte de fieles hijos de la Iglesia Católica. En lugar de estar buscando lacras malolientes que dolorosamente pueden darse en todos los ambientes humanos, qué bien abrir paso a comentarios sobre temas positivos, como ejemplos de superación y de servicio, que los hay en abundancia, entre directivos y dirigidos en este nuevo pueblo de Dios que responde fielmente a las bondades divinas.
Valiosos testimonios de bondad hemos tenido en nuestra amada Madre Iglesia, como un San Pío X, o un San Juan XXIII, como un Monseñor Ismael Perdomo o un Padre Marianito Eusse, como una madre Teresa de Calcuta o una madre Laura Montoya, para hablar solo en relación con nuestra época. También se han dado entre el laicado creyente, en épocas no lejanas, testimonios como el médico San José Moscati, los abogados Federico Ozanan y Contardo Ferrini, gitanos como el argentino Ceferino Namuncará, jóvenes como Santo Domingo Savio y Laura Vicuña.
En esta línea testimonial me llamó gratamente la atención, que en medios de comunicación, se dedican amplios espacios como en El Tiempo (06-03-15) y en El Nuevo Siglo (15-03-15), en donde se dio despliegue a las tan positivas actuaciones del joven médico católico brasileño Guido Schaffer, y al papel preponderante en el mundo del Papa Francisco. Qué bien encontrar páginas enteras dedicadas a ellos, en contraste con quienes solo quisieran destapar cloacas que se dan aun en las entidades más santas.
Con verdadera fruición leí la presentación sobre el joven médico Guido Schaffer, que estaba encaminando su vida hacia el sacerdocio, cuyo sexto aniversario de su muerte, en accidente en su sano deporte de surfista, congregó a millones de brasileños en grande manifestación. Se recuerda como un “seminarista y médico entregado a los más necesitados y a los enfermos” al lado de su deporte, una hermana suya lo recuerda como “niño normal pero que pasaba el tiempo hablándoles a los otros de Dios”. Uno de sus compañeros de deporte destaca que entre los deportistas creó un grupo de oración, y “entre ola y ola hablaba de Dios con los otros surfistas”.
Acercándonos más, y gozando con el confortante testimonio de Guido qué bien recordar su ideal, expresado por él mismo: “soy médico, pero no quiero serlo solo del cuerpo, sino, también, del alma. Dios me llama para aguas más profundas”. Así lo comprendió al final de la Jornada de Juventud, en Canadá por la voz y testimonio de Juan Pablo II. Fue en una maniobra en el mar cuando la plancha para su actividad deportiva le dio en la nuca, se desmayó y se ahogó. Se cumplió su previsión, a sus solo 34 años se lo lleva el Señor, sin amplia vida terrena de quien se ha dicho que “era el San Francisco carioco”, a cuya intercesión se atribuyen tantos hechos benéficos, y quien sigue dando perenne testimonio de cumplir cuanto anhelaba el Papa Juan Pablo II: “hacen falta santos de jeans, que muestren que nada es inalcanzable para la fe”.
Qué bellos testimonios, dignos de ser puestos en alto, de un seguimiento a Jesús de Nazareth, cuya pasión y muerte conmemoramos y queremos aprovechar en los “días santos”. Numerosos testimonios, nos rodean, y también en nuestros días, como el del cantante cubano, hijo de otro gran cantante de vida edificante, quien al preguntarle por su padre bueno, ya difunto, decía que sabía que estaba, ahora, en el puesto que se merecía “muy cerca de Dios”. Algo similar sabemos que le ha sucedido a ese gran hombre del mundo de la economía, pulcro, digno y gran patriota, recientemente pasado al más allá, Nicanor Restrepo. Colocarnos frente a valiosos testimonios, sí es deleite honroso y saludable.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.