En busca de un remedio verdadero
Espantan los datos de Colombia sobre embarazo de adolescentes, fruto de relación con muchachos cuasinfantes, y, también, de otros criminales violadores, hasta parientes cercanos. Simplistas, irresponsables, y aun con carácter de complicidad, los remedios que enseguida se ofrecen como solo dar ilustración sobre métodos anticonceptivos o informarles que bien pueden recurrir al aborto, pues en Colombia se ha quitado toda pena a ese atroz delito. Tenemos así un mal aterrador, e ineficientes remedios que se ofrecen para evitarlo.
Es ridículo y torpe querer remediar que se llueva una casa colocando solamente recipientes para recoger el agua y no dedicarse a reparar los techos averiados. Hay techos protectores para evitar la inundación de crímenes, como son: la atención a las leyes dadas por el Hacedor divino a los humanos; destacar la dignidad del ser humano en todos sus aspectos, inclusive el sexual y en cuanto a su potencia genética; poner en alto las actitudes de quienes no se dejan llevar a irresponsables desenfrenos; señalar como punible y merecedor de rechazo todo aquello que lleve a conculcar la dignidad propia o ajena y cualquier atentado contra la vida humana desde su situación embrionaria hasta su desgaste por los años o la enfermedad. Dejar de lado esa eficaz protección, y abrir paso a soluciones sin contenido, que no llegan ni a la mente, ni al corazón, es dejar camino abierto a que se incremente, irresponsablemente, el mal.
Aterra la multiplicación creciente de embarazos de niñas (16 diarios, 6.000 al año), pero, si se mencionan soluciones como las antes anotadas se levanta el clamor de quienes nada quieren oír de algo basado en las sapientes líneas que traza una moral como la cristiana. Todo quieren remediarlo dentro de un naturalismo que es ineficiente ante los poderosos impulsos de los sentidos. Las leyes físicas han de estar debidamente controladas para evitar catástrofes; el instinto de los irracionales aparece bastante controlado en ellos para preservar su supervivencia; solo los humanos quieren pisotear las leyes grabadas en la conciencia o en respetable revelación divina, para aterrarse, luego, de consecuencias que amenazan a su misma estirpe.
Aquellas normas son para mantenerlas en alto, con profunda convicción, hay qué sembrarlas, sin timideces, en el corazón de niños y de jóvenes, si queremos salvar a la humanidad. No basta solamente enseñar métodos para evadir responsabilidades como las que comportan los actos generativos, o sentenciar a muerte criaturas inocentes fruto de desenfreno animal de los humanos. Es verdad que se requiere gran esfuerzo para sembrar esas ideas salvadoras, y que es difícil el control de las pasiones, pero, cuando hay convicción, cuando no se exalta el libertinaje, cuando se acude a Dios pidiendo fortaleza para no dejarse esclavizar de las pasiones, entonces sí se puede aplicar un remedio realmente eficaz. Si se quieren efectos concretos en este campo del freno de pasiones por profundo convencimiento, remedio eficaz, hay querecordar la necesidad de pedir la ayuda de lo Alto, pues “sin mí nada podéis hacer” (Jn. 15, 5), dijo el Señor. Bien aplicados los remedios, con confianza y fidelidad, es como llevan a la ansiada salud y alejamiento de males tan graves, de en medio de la familia humana.
Son innúmeros los testimonios de rechazo firme de niñas y de jóvenes a los asedios sexuales cuando hay seria formación cristiana, alentador comportamiento de horizonte esperanzador nada tétrico como los tremendos resultados de exaltar el vicio y de no tener el coraje de mostrar el camino de la virtud y de la honestidad a asediadas y a asediadores.
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*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.