“De verdad a toda la comunidad”
LAS ENSEÑANZAS CRISTIANAS
¡Hagamos el bien!
“Mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien”, dijo, con énfasis, el infatigable apóstol Pablo de Tarso (Gal. 6.10). El modelo de un vivir lleno de frutos, indefectible y sapiente, nos lo da el propio Jesucristo, cuya vida de plena realización sintetizó su discípulo Pedro al invitar a los gentiles a su seguimiento, en casa del centurión romano Cornelio:“pasó por el mundo haciendo el bien” (Hech. 10,38). ¡Qué satisfacción, qué remanso de paz, si los humanos dejáramos radicalmente de lado toda mala intención y torcido obrar, y siguiéramos esas voces y ejemplos!
Da tajante exigencia, a quienes queramos de verdad el propio bien y el de nuestros semejantes, Santiago, el pescador de Galilea, convertido en fiel discípulo de Jesús, quien reclama para ello: “pongan por obra la palabra y no se contenten solo con oírla, engañándose a ustedes mismos”. (Sant. 1,22). Más que con sus enseñanzas y exhortación, Jesús invita al bien con testimonio de amor y de humildad, al lavar los pies a sus discípulos, “para que así como yo he obrado hagan ustedes” (Jn. 13,15). Cuando invita a renuncias y sacrificios para bien de todos, Jesús va adelante: “Tomen su cruz y síganme” (Lc. 11,46). Lástima que tan sabias y fructíferas enseñanzas de bien, sean desdeñadas, por su sabor religioso, por arrogantes líderes humanos que con bases materialistas, y de espaldas a Dios, quieren construir naciones y mundos nuevos.
Por lo anterior, qué aterrizado al diario vivir sería fuerza impulsora para estable paz, prosperidad y feliz vivir. Tenemos algo que nos lleva a escuchar otra orden de tanta razón y trascendencia, fruto del dinámico y, experimentado espíritu del convertido del camino de Damasco: “Vence el mal con el bien”(Rom. 12,21). Si en lugar de fomentar odios y rencores, o a pregonar “derecho a la rebelión”, cumplimos aquel “amaos los unos a los otros” del Maestro divino (Jn. 13,24), qué distinta sería la humanidad y no necesitaríamos de “acuerdos” de tantos e indefinidos puntos. Dos bases solamente bastarían: “no más crímenes ni justificación de ellos”; “trabajar todos con amor pleno a la humanidad, purificados de toda corrupción y egoísmo”.
A las puertas de nueva jornada electoral, qué bien que los candidatos a puestos de mando tuvieran presentes los postulados que hemos recordado, sin colocar como primer objetivo el provecho personal o de grupos cerrados, sino “hacer el bien”, de verdad, a toda la comunidad, Que queden atrás las prácticas electorales y políticas corruptas para sacar adelante pequeños intereses. Bien se dijo en un momento: “más vale una derrota con honor que una victoria sin él”. Qué triste escuchar al hablar de líderes políticos que “ese no sirve para esto porque es demasiado honesto”. Esa es grave constatación no solo hacia quienes aspiren a ser elegidos como hacia los electores que no miran la calidad de las personas sino la utilidad para su propio voto, que de por sí debe ser el fruto de una limpia y generosa conciencia.
Luminosas y entusiasmadoras las enseñanzas cristianas en el renovado lenguaje del Papa Francisco, que siente las penas y preocupaciones ecológicas de la humanidad, comenzando por la conculcación de vidas y derechos, quien clama por una paz y reconciliación pero basadas en el arrepentimiento de los crímenes. Qué brille la justicia y generosa servicialidad por encima de repugnantes arrogancias y ánimo de autoritarismos personalistas.
Qué importante como referencia al llamado de “hacer el bien”, su lapidaría expresión: “quien no sirve para servir, no sirve para vivir”. En lugar de pregones vacíos o no bien definidos pactos, cabe repetir con el Apóstol: “No te dejes vencer por el mal, antes vence el mal con el bien” (Rom. 12.21).
*Expresidente Tribunal Ecco. Nal.