POR LA PAZ VERDADERA
Sin palos en la rueda
Nos alegra, qué tal que no, cuando se anuncian avances en el proceso de paz entre el Gobierno de nuestro país y la organización guerrillera que lleva más de cincuenta años empeñada, según ellos, en darle mejor suerte a Colombia por el camino de la violencia armada. Es un hecho que para esa finalidad han cometido crímenes atroces, ostentándolos más de una vez como timbre de honor, queriendo controvertir el principio universal de que ”el fin no justifica los medios”. Pero está bien que, con el propósito de aliviar a nuestra flagelada Patria, se busque la reconciliación, y se ofrezca perdón a quienes han delinquido.
Ante los pasos que se van dando está bien que reconozca el Gobierno que no “dejarán contentos a todos”, por lo que no deben extrañarse los agentes oficiales, ni descalificar con bravuconadas a los inconformes, sino tener cuidado en los mismos acuerdos, no ser autocolocadares de obstáculos, al dejar vacíos notorios. Que no consideren los señalamientos de fallas como ciega oposición, sino ver qué se puede hacer para superarlas.
Hay que aceptar que esos acuerdos, pueden tener puntos dignos de revisión y precisión, aceptación que ayuda a blindar de peligrosos escapes que minen de antemano resultados, que deben ser sólidos, pues de lo contrario serían ilusorios. Sin tono exacerbado, ni empecinada beligerancia, se deben advertir los peligros de concesiones desmesuradas, o imprecisiones que pueden dejar desastrosas consecuencias. Creo que se deben oír, desprevenidamente, ciertas advertencias como la de hablar en los acuerdos de “dejación de armas”, de parte de la guerrilla, en lugar de “entrega de armas”. Hay razón de advertir pues la sola “dejación”, y solo dos meses después de firmado un pacto de gran benevolencia, lleva a pensar que bastaría esconderlas y dejarlas listas para utilizarlas en nuevos desacuerdos o inconformidades.
Causa inquietud percibir que de entidades, como la Fiscalía, se esté abriendo paso a establecer que graves delitos como el narcotráfico, el secuestro, y hasta asaltos sangrientos, puedan ser excluidos de penas al ubicarlos conexos con “hechos políticos”. Eso es colocar “palos en la rueda”, a los acuerdos, serian cartas por debajo de la mesa, algo que mina el sano contenido que haya en lo pactado.
Qué confortante sentir la voz de ese padre común, el Papa Francisco, cuando ora por la paz en Colombia, y celebra todo paso que se dé en busca de ella. Pero, él mismo lo dice, que sea sin pisotear lo básico de la justicia, y sabias y prudentes constituciones de los pueblos. No faltan algunos que digan que “por la paz hay que sacrificarlo todo”, lo cual es engaño, pues una paz construida sobre bases falsas es ilusoria, y es puerta abierta para más atroces guerras.
Importante concertar en acuerdos, la “justicia transicional”, pero es algo que requiere sabiduría y prudencia para que quien ha delinquido se someta a ella, pero sin dejar cabida a impunidad de graves delitos. Frente a ejecutores de ellos, que se nieguen a reconocerlos, y a pedir perdón, que rechacen manifestar enmienda, que los ostenten como dignos de honor porque “han sido hechos para salvar a la patria”, frente a esa posición, y se sigue dando en violentos que hasta firman pactos, solo queda aplicarles penas de que se habla, pero aplicarlas de verdad.
Campaña de oración por la paz verdadera, hemos de tener en Colombia. No creer que es a espaldas de Dios, aceptando crímenes o dejando posibilidad de que queden impunes, sea el camino para llegar a ella. Con corazones limpios, pensando solo en el verdadero bien de la Patria, abiertos al perdón, y, también, a radical enmienda de los crímenes, orando a Dios y a María Reina de Colombia, es como quitaremos todos los palos en la rueda de cuanto nos lleve a la paz, ofrecida “a los hombres de buena voluntad” (Lc 2,14).
*Expresidente del Tribunal Ecco. Nal.