AMOR A LA FAMILIA HUMANA
Reflexión gozosa y dramática (IX)
El recorrido por ocho semanas de mano del Papa Francisco, con el alegre y sencillo espíritu del Santo de Asís, en admiración de la grandiosa obra del Creador, no me ha sido fatigoso, y estoy seguro que tampoco para mis amables lectores. Placentero destacar los preciosos detalles de nuestro planeta Tierra, guiados por la Encíclica Laudato Sí. Culminamos hoy poniendo atención a la “Educación y espiritualidad ecológica”, que nos ofrece el Pontífice en el último capítulo, con paterna recomendación para que lo reflexionado en toda la encíclica sea de perenne fruto.
Inicia el Papa el Cap. VI con importantísima reflexión sobre una premisa que debemos tener siempre presente los humanos para no desfallecer en ese empeño de trabajar, en conjunto, a favor de nuestro planeta: “tener conciencia de un origen común, que nos ubica en una pertenencia mutua”, y en un futuro, compartido de todos. Esta “conciencia básica permitirá el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida”, motor de nuestros esfuerzos por el bien común” (n.202).
Tomando pie en el anterior punto de partida tendremos decisión para escuchar los nueve (9) llamados del Papa en este capítulo: I- “Apostar por otro estilo” de vida (nn. 181-185); II- Educarnos para la alianza entre la humanidad y el ambiente; (nn. 209-215); III- Conversar sobre ecología (nn. 216-221); IV- Avanzar con gozo y paz (nn. 222-227); V- Aportar amor civil y político (nn. 228-252); VI- Dar “signos sacramentales” de “descanso celebrativo” (nn. 233-237); VII- Tener en cuenta la relación entre la obra de la Trinidad y sus criaturas (nn. 238-240); VIII- Tener en cuenta y glorificar a la “Reina de todo lo creado” (nn. 241-242); IX- Continuar enavances hasta “más allá del sol” (nn. 242-246).
En cada uno de esos temas, cobijados por el mencionado titulo de “Educación y Espiritualidad Ecológica”, nos sentimos llevados a recibir del corazón del Papa el más puro gozo de los bienes creados, al centro de los cuales, y con cuidado primordial de él, está el ser humano, culmen de la creación. Ese acercamiento a la creación, en ese ambiente en que nos coloca el Santo Padre, bajo la lámpara de la fe, hace sentir el gozo de nuestro propio vivir. Surge, de allí, amor y compromiso hacia toda criatura, motivación la más agradecida y comprometida, con voz de ánimo a gobernantes y científicos, y a todos los humanos. Ha de ser compromiso con la madre y hermana Tierra, al que convoca el Papa desde la primera hasta la última página de su magnífica encíclica.
En el actual ambiente de vanidoso laicismo, de asfixiante y desafiante secularismo, qué oportunas cada una de las reflexiones de esta “Laudato Sí, Signore”, que nos ha regalado este nuevo Francisco. Él no solo habla o reflexiona sino que “de la abundancia de su corazón hablan sus labios”, con ideas que están impregnadas de una encarnada convicción y lanzadas con el más puro y desinteresado amor a la familia humana.
Fe, razón y creación, fundidas en admirable amalgama, como homenaje al Dios de cielo y tierra, y como el mejor servicio a la humanidad, se aunan para aplicar el extraordinario contenido de esta nueva encíclica del Papa Francisco. Realización que se logra como vivencia de ese otro mar de ideas alentadoras al bien, la encíclica La Alegría del Evangeliodel mismo Pontífice. Elevación magnifica de todo lo expuesto en Laudato, Si, al colocarlo todo ante la Trinidad divina (nn. 238-24), puesta en manos de María, reina del cielo y tierra (nn. 248), conscientes de tener el encargo de cuidar y mejorar esta “casa común, la Tierra”. “Gozosa y dramática”, a la vez, califica este formidable Francisco esta su reflexión que no solo en labios sino en realizaciones quiere sea indeclinable empeño de: “Alabar a Dios, más allá del Sol”.
monlilbardoramirez@hotmail.com
*Expresidente Tribunal Ecco. Nal.