“Invitados a seguir su magistral enseñanza”
FIRME LLAMADO
Reflexión gozosa y dramática (IV)
DANDO el Papa su final revisión a “Lo que esta pasando a nuestra casa”, tema del Cap. I de la Laudato Si, dice que es preciso advertir, con franqueza y honestidad, el hecho de que por abusos de los mismos humanos se ha llegado a lamentable “degradación ambiental”, que lesiona a la criatura humana que “tiene derecho a vivir y ser feliz” (n. 43). Señala como algo de suma gravedad la situación en barrios de las nuevas ciudades donde la gente vive en “inundación de cemento, asfalto, vidrios, privadas del contacto físico con la naturaleza” (. 44). Se duele, de que “los medios del mundo digital” sean factor que distrae las relaciones interpersonales, asfixian, aíslan de los sentimientos de angustia y de alegría hasta sumir en “profunda y melancólica insatisfacción” (n.47).
Destaca, también, en la encíclica, el factor inquietante de la “inequidad planetaria”(nn. 48-52), en un ambiente humano degradado que afecta de modo especial a los más débiles, particularmente a “los excluidos”, que son millones en el planeta (n.49). Advierte, el Papa, que como solución a los problemas humanos la mayor preocupación, en general, es la del control de la natalidad, con descuido de procurar más recursos a los habitantes del orbe y evitar el escandaloso desperdicio de un tercio de lo que actualmente se produce, tapando los ojos y oídos ante el reclamo de que“el alimento que se desecha es como si se robara a la mesa del pobre” (n. 50). Para regular esas situaciones debe haber mayor interés a nivel internacional, debiendo hacer sentir estas urgencias, saliendo de tan débiles reacciones, cuando estamos ante un verdadero “gemido de la hermana Tierra” (n.51).
Como agravantes de los problemas que azotan a la humanidad, denuncia, el Papa, los sistemas económicos en donde prima la especulación que busca provechos egoístas, de espaldas a los demás, y el recurso a la guerra que trae siempre graves males al medio ambiente (nn. 56-57). Concluye el Capítulo I con un llamado a un sereno discernimiento y escogencia ponderada a un justo medio entre los que creen dar remedio a los males de la humanidad con el “mito del progreso”, y aplicaciones técnicas sin consideraciones éticas, y los que frenan todo avance con miedo a empeorar las situación mundial. La Iglesia no tiene respuesta propia sino que invita a los científicos y expertos a debate honesto para dar la mejor respuesta a favor de esa “casa común”, la Tierra (nn.60-61).
En un titular que hermana la fe con el trabajo conjunto frente a la creación, enfoca el tema de su admirable encíclica en el Capítulo II: “El Evangelio de la creación”. No es con encerramiento con el mensaje del cristianismo, sino con apertura a todas las vertientes culturales y científicas, y con las diversas facetas de la doctrina social de la Iglesia, al estilo de la Constitución sobre “La Iglesia en el mundo actual”, para “salvamento” de la “Tierra” (nn. 63-64). Pero que en dialogo abierto no se deje de lado “la sabiduría de los relatos bíblicos” que iluminan y orientan con consideraciones que llevan a entusiasta compromiso con la obra de Dios, y que la coloca ante los humanos para llevarla adelante (nn. 65-66). Hace el Papa enérgico llamado ante la interpretación de “dominar la Tierra” (Gen. 1,28), cuando se quiere autorizar un “dominio absoluto” de ella, y pide interpretar aquella expresión con la subsiguiente precisión de “labrar y cuidar” de ella, respetando las leyes naturales en beneficio de todos (n. 67).
No puede ser menos que, en esta cátedra de defensa de la creación, haga el Papa firme llamado en defensa del don precioso de la vida entre los humanos, con rechazo de todo crimen en este sentido, como aborto y eutanasia, poniendo como marco, para su reclamo, la execrable figura de Caín asesino de su hermano. Nos deja, así, invitados a seguir paso a paso su magistral enseñanza. (Continuará).
*Expresidente del Tribunal Ecco.Nal.