Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Noviembre de 2014

ACEPTAR RECTIFICACIONES 

Claridad y definición

Bien se ha dicho, para evitar confusiones y entrabe de decisiones:  “definir para no discutir”. La aplicación de este principio cómo ha hecho de falta en los distintos procesos y esfuerzos por la paz que  hemos tenido en Colombia, con gran voluntad de llegar a ella, por presidentes como Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Ninguno de ellos ha pensado que sostener la guerra sea bien para alguien y han hecho esfuerzos para conseguirlo. Decir lo contrario, suena, ciertamente, a infamia. Hay qué dejar por sentado que, si queremos llegar a días de paz para esta Patria no es con mutuas descalificaciones entre los sensatos colombianos que queremos la paz, anhelo que no nos divide. Hace falta que con serenidad y sinceridad se establezca, en civilizado acuerdo, sobre qué bases dialogar, con aquellos que han desangrado al país, teniendo claridad y serias definiciones, sin concesiones imposibles de dar.

En este momento de graves hechos, que crean perplejidad y serias dudas de avance verdadero hacia la paz, se necesita reconocer con humilde convicción  que en el actual proceso hay muchos asuntos importantes por clarificar. Es de aceptar las rectificaciones que sean necesarias, sin tapar los oídos a sensatos reclamos ni a serias propuestas por no ser afectos quienes las lanzan. A conciencia, y con mentes serenas, hay qué concertar entre los no contaminados con acciones violentas sobre lo que sea de verdad lo mejor para Colombia.

Después de lo anterior, que no se ha hecho, está el seguir o no conversando con los que han estado alzados en armas y cometiendo palpables crímenes, y destrozos, para definir con ellos puntos básicos, antes que seguir recibiéndoles  lecciones sobre desarrollo agrícola y tesis económicas de superados sistemas socialistas fracasados en el mundo. Antes de todo ello era preciso poner como  base fundamental, y exigirlo ahora, cuanto ha expresado con firmeza el general Mora: que tomen firme decisión los guerrilleros que quieran seguir negociando de dejar la lucha armada, y no exaltar lo hecho en los años de violencia como algo de servicio al país. Es preciso, también, sentar como algo, básico el respeto a normas civiles internacionales que no aceptan impunidad total para delitos atroces. Precisa mantener el respeto a las normas legales y constitucionales del país, que señalan, cuales son “delitos políticos”, que tienen suave trato, y cuales no lo son,  y que reclaman fuerte tratamiento, sin estar buscando, ahora, reformas para saltarse la ley en estos casos, con estímulo a volver a lo mismo. Indispensable exigir el cese total de asaltos, de reclutamiento de niños, de colocar minas quiebrapatas y de secuestros. Decir que se está en proceso de paz, y seguir en esos inhumanos procederes, es algo absurdo e insoportable.

Es necesario adelantar diálogo patriótico y sin prevenciones entre todos los colombianos que queremos la paz, que somos todos, excepto los que siguen en acciones violentas, acordar qué se puede concertar con aquellos, definir reglas de juego que eviten perplejidades como las que hemos tenido en estos días por secuestros, asaltos y crímenes atroces, mientras se ostenta en cómodas e interminables conversaciones “voluntad de paz”. Es urgente frenar todo esto si no queremos seguir por años y años con el espejismo de una paz que si no se cimienta en roca firme en cuanto se pacte, nos llevaría a peor situación que la que hemos tenido.

 Hablar de todo esto, y advertir que no es algo meritorio suspender un delito como es el secuestro sino apenas elemental signo de enmienda, no es oposición a la paz, sino  oportuna voz de un ciudadano que tiene connotada misión religiosa, pero que con todo derecho aboga, con sincero espíritu patriótico, por un piso firme necesario si queremos llegar de verdad a algo serio y estable.           

 monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.