Realizando evangelización con alegría
“Les anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo” (Lc. 2,10), fue el angélico anuncio a sencillos pastorcitos en Belén del inicio de presencia del Hijo de Dios hecho hombre en medio de la familia humana. Veinte siglos después (24-11-13), lanza el Papa Francisco una exhortación para los fieles de la Iglesia y comienza ese magnifico documento con este entusiasmador mensaje: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que encuentran a Jesús”. Pero acercarse al Evangelio con alegría, disfrutar de ese gozo indecible que da el vivir esta verdad, ya lo expresaba el convertido Saulo de Tarso en su Carta a los Filipenses a quienes dice: “alégrense en el Señor” (3,1); para agregar más adelante: “estén siempre alegres en el Señor, os lo repito, estén alegres” (4,4).
Cuando se difunde el verdadero Evangelio de Jesús se está difundiendo la más confortante alegría. Me impresionó cómo en Feria Internacional realizada en Bruselas en 1958, al querer en el pabellón de Francia identificar a los católicos, se colocaba un anacoreta a la entrada de una cueva, con un vestido raído y rostro triste frente a un Crucifijo.“¡Esos no somos nosotros!”, provocaba gritarles, pues si bien la penitencia es parte de la ascesis cristiana, ese solo aspecto no sintetiza una fe vivida, y la mortificación y penitencia han se de ser con rostro limpio y alegre, como lo enseño el Señor (Mt. 6,17).
Nuestro Continente es señalado como “el continente de la esperanza”, y desde él se han lanzado, para todo el mundo documentos de sus episcopados, especialmente desde Puebla (1979) y Aparecida (2007). En Puebla, las palabras “alegría” y “evangelización” son de las más utilizadas, y en forma hermanada. “La misión evangelizadora es la vocación primordial del Pueblo de Dios, es su identidad más profunda”, “es su gozo (Puebla n. 348)”. Dice, a su turno, el de Aparecida: “conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas” (n. 552).
Esa alegría del Evangelio está enriquecida, lo recuerda el Papa Francisco con la presencia de María, Madre de Jesús, quien en su corazón abierto por la espada del dolor“comprende y mitiga nuestras penas”, “transforma una cueva de animales en casa de Jesús”. Es la que, tan maternal; “camina con nosotros desde su distintas advocaciones, y quien dice a cada creyente como el indiecito Juan Diego en Guadalupe: “no se turbe tu corazón…¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?” (n. 286).
Es en ese espíritu, con el entusiasmo de un San Pablo que se siente impulsado por ese grito de “¡Ay de mí si no evangelizare”! (I Cor. 8,16), como en nuestros días, y animados por la voz de los episcopados desde Aparecida, se impulsan estilos pastorales de “Nueva Evangelización”,como en el “SINE” o “Sistema geIntegral de Nueva Evangelización”, que se originó en México y tiene ahora una red continental, que está realizando bajo el amparo de la Virgen, en Chiquinquirá, con representantes de más de cuarenta diócesis de Colombia su 11º Congreso con profundización doctrinal y permanente actualización de su labor de cultivo espiritual de cada adherente, y lanzamientos a eficiente labor apostólica.
Qué importante que no sean solo palabras de entusiasmo, o técnicas refinadas, sino acción evangelizadora sencilla y concreta, realizada con alegría y esperanza, por cuantos nos encontramos en la Iglesia en distintas modalidades apostólicas. Todo este grande y confortante empeño es “acción misteriosa del Resucitado y de su Espíritu”, dice el Papa Francisco al final de su admirable exhortación (nn 275-280). Como síntesis de lo expuesto quede en la mente de generosos evangelizadores estas palabras, también de nuestro amado Papa, “¡Qué significa “evangelizador”: dar testimonio, con alegría y sencillez, de lo que somos y creemos”.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.