MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Agosto de 2014

Con pasos de paz hacia la paz

 

Todos en Colombia, y toda persona cuerda en el mundo, quiere la paz. Señalar como “enemigos de la paz”, a quienes no sigan idénticos pasos hacia ella, es falacia y crearle obstáculos a la misma paz. Es anhelo expresado en precioso cántico angélico con el que se anuncia la llegada al mundo de Jesús, pregonero del más destacado mensaje religioso (Lc. 2,13-14), cuya misión,  anunciada por los profetas, está señalada como de “Príncipe de Paz” (Is. 9,5; Miq. 5,4). Pero ¿cómo llegar a esa anhelada y tan necesaria paz, que creo piden desde lo íntimo del corazón a Jesús aun aquellos que quieren organizar el mundo de espaldas a Dios? Ciertamente es indispensable ayuda de lo Alto, para construir un mundo libre de guerras y catástrofes y no terminar en confusión como los hijos de Noé empeñados en edificar la Torre de Babel (Gen. 11).

Punto clave para avanzar hacia la paz es ponerse de acuerdo entre quienes, quieren ser sus constructores con oídos sordos al odio y abiertos a aceptar a los que se seleccionen como mejores entre los distintos caminos por los que se podría llegar a ella. Pasos hacia la paz sin fieras discusiones en contra de los proyectos de los demás, pero también sin obstinación en algo decidido en grupos cerrados sin apertura a escuchar interrogantes de la opinión nacional en todos los temas. Es preciso evitar acuerdos en estilo de conversaciones cerradas, sin suficiente socialización, para no llegar a algo que tenga, luego, desaprobación del pueblo colombiano.

En lo  anterior, hemos tocado tres de los pacíficos y convenientes pasos que creo debemos dar. Está el no trenzarse en fieras discusiones sobre el camino a recorrer, sino, serenamente, medir las conveniencias o no sobre el mismo estilo de diálogo con los que han tenido como opción la guerra, en contra de la legítima autoridad, o en el rechazo de esas desorbitadas acciones. Está, también, el no querer imponer un impenetrable estilo de diálogo, ni llegar a unos acuerdos que se presenten, luego a la opinión pública sin antes un sondeo, con claras propuestas, en mesas de trabajo, sobre lo que se proponga, luego al Si o No de los ciudadanos. A lo cual se añade pedir las luces y fuerza de lo Alto, si queremos construir una paz sobre base de principios firmes que den estabilidad (Mt. 7, 24-25)

Son “pasos pacíficos” que exigen la serenidad necesaria que da un altura de miras, y decisión sin reverso de ir hacia adelante en busca de un verdadero bien común que lleve a planes en los que se pueda realmente afirmar que “la justicia y la paz se besan”. (Sal. 8, 5,11). Son pasos que exigen máxima generosidad, y convicción de que, como lo ha indicado el Nazareno, se deje todo, como son personales caprichos y egoístas opiniones, para conseguir un tesoro de infinito valor (Mt. 13,44), en este caso: la paz.

Soñamos, así, con “pasos de paz, hacia la paz”, bajando el tono en los bandos de opinión enfrentados. Hacer la paz entre los amigos de la paz, que lo son todos, no hacer oposición por oposición y sin prevenciones del otro lado, sin enfrascarse en estilo blindado de conversar y conversar indefinidamente sin escuchar opiniones de los más variados sectores. Se necesita romper ese ambiente que han creado los subversivos negociantes de no tener nada de qué arrepentirse sino de haber librado hazañas que merecen, ahora, reconocimiento, y hasta premio de la Nación que ha sufrido el desangre por ellos propiciado, y que siguen propiciando graves hechos terroríficos. Que haya perdón hasta donde lo permita una sana justicia, pero a personas que den muestra de clara renuncia a la guerra y consagrados a construir un nuevo país.

Será preciso crear mesas de conversación sincera sobre la paz, entre todos los sinceros amigos de ella sin arrogancias y con coraje de las rectificaciones que sean necesarias. Solo así eso tendremos“pasos paz de paz hacia la paz”.         

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.