MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Junio de 2014

Acudiendo al Sagrado Corazón

 

 

En  todos los pueblos y naciones el corazón es signo de amor, en la línea de los más puros y honestos sentimientos. Es para el cristiano verdad fundamental que el Hijo de Dios se hizo hombre, uniéndose en Él la naturaleza divina a la naturaleza humana, y ésta, en su plenitud, teniendo desde el primer momento de su concepción el latir de un corazón centro de sus sentimientos y bondades. Ese el Corazón de Jesús, que “habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn.13,1), instituyó el sacrificio y banquete de la Eucaristía, y derramó, luego, hasta la última gota de su sangre para remisión de los pecados de la humanidad (Jn. 19,34).

Las verdaderas devociones no son a ésta o aquella imagen, sino a cuanto en ellas se presenta, y no son a este cartón o yeso en que está plasmado éste o aquel aspecto de la vida de Jesús o de un santo. Honrar a Jesús en su infancia, o en su crucificaxión  o resurrección, en su corazón o en su sangre o llagas, es un homenaje a Él, a quien invocamos, con confianza, sea cual fuere el aspecto que mueve nuestra devoción. Fue significativo el hecho, de que a Jesús, en la cruz, no le quebraran sus piernas, según se acostumbraba hacerlo a los ajusticiados, sino que “un soldado le atravesó el costado con una lanza, y, al instante, salió sangre y agua” (Jn. 19,34), constatándose, así, su muerte y el amor sin reservas a la humanidad que redimía. A ese corazón abierto, signo de su infinito amor, es al que rendimos homenaje en imágenes y fiestas en su honor.

Siglos más tarde, el amor de Jesucristo quiso abrirse paso en la Iglesia manifestando Él mismo en apariciones, a la religiosa de la Visitación Santa Margarita María de Alacoque (1647)-1690), con solicitud de que se rindiera homenaje a su Corazón Sacratísimo. Surgió, de allí,  fiesta anual en su honor y en los primeros viernesde cada mes, con promesas de su especial protección en la vida, y prenda de muerte en su amor, a quienes lo honrasen con comunión fervorosa en esas solemnidades. No sin serias dificultades logró Santa Margarita que esas revelaciones fueran reconocidas auténticas, pero su piedad, su obediencia humilde y signos de curación milagrosa en ella misma, abrieron paso a la fe en esas revelaciones y al culto ya de siglos al Sagrado Corazón, con celebraciones desde 1685.

Especial deuda tiene Colombia con el Corazón de Jesús, a quien se hizo voto de levantarle una Basílica en Bogotá, como súplica para que finalizara la atroz “Guerra de los Mil Días” (17-07-1899 a 01-06-1903), con la consecución del don de la paz por muchos años, iniciada en honorables tratados con dejación de armas de una guerra adelantada, con respeto a normas bélicas universales, y sin aleves ataques terroristas a la población civil como han venido practicado, posteriormente, después de sesenta (60) años, los grupos terroristas de tanta peligrosidad, que en las últimas décadas han azotado a Colombia.

En el momento actual, en este mes del Sagrado Corazón, cuando estamos culminando una etapa electoral en donde se han puesto en contraposición dos estilos de camino hacia la paz, con desmedidas concesiones a los alzados en armas de una parte, y reclamos de pasos mas prudentes y exigencia de más claras condiciones, de otra, es el momento de invocar el patriotismo de los colombianos a cumplir con su deber de votar por lo mejor para la Patria, e invocar, con fe profunda al Corazón de Jesús que haga sentir de nuevo su protección a nuestro país. Que nos dé años de paz bajo ideales iluminados en la tradición democrática y religiosa de nuestras sacrificadas gentes, y no bajo ideales que dan la espalda a Dios, con supresión de la Consagración al Sagrado Corazón y acudiendo a las luces que nos den desde La Habana, los pregoneros de ideales materialistas, con los que se intenta orientar a Colombia.               

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.