¿Para dónde nos llevan?
Hace unas semanas escribió, en otro diario capitalino, el serio analista de la situación nacional, Plinio Apuleyo Mendoza, inquietante columna (25-04-14) bajo el título: “Para dónde vamos”. El trastrabillante caminar del pueblo colombiano tiene unos guías que quieren perpetuarse en ser los iluminadores de un camino que señalan como ruta segura, bajo el espejismo de que nos van llevando a paradisíacas soluciones. Ante ello, cabe preguntar: “¿Para dónde nos llevan?”
Se han propuesto, con la mejor intención, según ellos, avanzar hacia la paz a través de unas conversaciones interminables y nada claras, en La Habana, teniendo los delegados oficiales como interlocutores a quienes desangraron a Colombia por muchos años, y, que, ahora, no ya desde inhóspitos lugares sino desde lujosos hoteles, ordenan a sus subalternos hacer permanentes asaltos a personas y lugares en el país, y buscan imponer sus ideas, sin arrepentimiento de sus crímenes sino gloriándose de ellos. Con esas personas, convertidas en “maestros de democracia” del mismo Presidente, de sus delegados y de toda Colombia, se ha montado un estrado superior a todos los constitucionalmente establecidos.
En esas circunstancias nos sentimos seriamente inconformes y temerosos, pero, al expresar inconformidad, los infalibles negociadores y el propio Gobierno tildan esto de “traición a la patria”. ¿Habrá que callar? ¿No se puede disentir? Creo que no. Es justo preguntar en qué ruta vamos en esas interminables conversaciones, ante las desmesuradas propuestas que ostentan los voceros de la aún no terminada rebelión armada, y que siguen defendiendo su violencia y crímenes como algo que se ha hecho, y se sigue haciendo, no es extraño que haya perplejidad y negativa reacción.
Pero hay nuevos interrogantes: ¿es ese diálogo cerrado, y con tanto protagonismo de las Farc, lo que el país necesita? ¿Es ese camino a verdadera paz o algo ilusorio que nos puede dejar a las puertas de una guerra peor que la que hemos tenido? Concretando: “¿hay que apoyar con el voto a quienes nos están llevando por tan incierto sendero?”. ¿No será la hora de poner al frente del país a quienes sí ofrezcan un caminar más definido, sin entrega a los adalides de ideologías anarquistas fracasadas en tantas latitudes?
Volviendo a los comentarios de Plinio Apuleyo: ¿no será que las Farc están marcando el paso en el encuentro de La Habana? ¿No será que han cambiado de táctica por dialogar y dialogar, cómodamente, los jefes, mientras al mismo tiempo mantienen a sus subalternos en asaltos terroristas e infiltrándose en justas protestas ciudadanas salpicándolas de violencia y dañándoles su imagen? ¿No están tratando de asegurar el control absoluto en zonas cocaleras, y tener en ellas “micro Estados? ¿Con aceptación del Gobierno, no se estará propiciando, amplia impunidad para grandes crímenes, por medio de una “justicia transaccional”?
Tenemos, como creyentes, la confianza puesta en Dios, pero bien se dice “ayúdate que Dios te ayudará”. Como cristianos y como Pastores en un país de principios, con los cuales tanto bien se ha hecho, no podemos callar. Es un deber hablar y señalar los peligros que se ciernen. No podemos dejar de poner ante los conciudadanos de una Patria que amamos claros interrogantes. Que no se cometa la injusticia de descalificar a quienes no estén conformes con determinado rumbo que se está dando a la Nación, sino que se invite a pensar con libertad, y apoyar decididamente a personas, aun con ideas y propuestas distintas, que puedan darnos efectiva y estable salvación y paz para Colombia. Que se aproveche lo que se vea de valor en lo conversado en año y medio de costosas conversaciones, y, ¿borrón y cuenta nueva, con la próxima administración nacional?
*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional