‘A vivir la Alegría del Evangelio’ (IX)
Continuando con las magistrales enseñanzas del Papa Francisco en su Exhortación La Alegría del Evangelio,encontramos el capítulo IV, dedicado al tema de “La Dimensión Social de la Evangelización”. En el que recalca firmemente la “opción por los pobres, que debe distinguir a la Iglesia de Jesucristo. Ha dado preciosas enseñanzas sobre el deber de poner todo amor y dedicación ante la pobreza material, pero pasa a otro grave aspecto y es su dolor por “la peor discriminación que sufren los pobres, y es la falta de atención espiritual” (n. 210). Señala como aspecto prioritario de la “opción preferencial por los pobres” una atención religiosa prioritaria y privilegiada hacia ellos. Reclama, con energíaante la excusade Pastores que por atender “otros asuntos no dan solícita atención espiritual a los pobres y sencillos” (n. 200).
Hecho ese fuerte llamado a los agentes de Iglesia, pasa al reclamo de soluciones en lo económico que “resuelvan radicalmente los problemas”, y no solo planes asistenciales porque hay que ir al fondo de efectivos aspectos, pues: “la inequidad es raíz de los males sociales, fruto de un discurso político sin perspectiva de verdadero desarrollo integral” (n. 201). Habla de lalabor del empresario como de “noble tarea” (n. 203) y de la “política” como de “altísima vocación”, pero, para ello, debe propiciarse auténtico diálogo que ponga de manifiesto las verdaderas necesidades de los pueblos, con directivos “que les duela de verdad la sociedad” (205).
Pide que todos los directivos, sean de la Iglesia o de la economía o de la política, pongan atención responsable a una serie de personas que requieren caridad especial. En varios numerales va destacando el Papa: A los migrantes (n. 210), a las personas que padecen humillantes tratos (n. 211), a las mujeres que sufren situaciones de exclusión (n. 212), a los niños por nacer, en cuya defensa energiza su lenguaje. Sobre estos seres indefensos amplía el Papa su discurso, pregonando la verdad de que “todo ser humano es siempre sagrado e inviolable”, y notificando ante las campañas abortistas que “no debe esperarse que la Iglesia cambie de postura en esta cuestión (n. 214).
Viene, luego, un llamado de atención a dos temas de capital importancia que son de tener siempre en cuenta y es la búsqueda primordial del bien común,por encima de particulares intereses, y la puesta en marcha de todo cuanto lleve a “la paz social” (n. 219). Esta paz solo tiene sentido como “instauración de algo querido por Dios”, y que solo será estable si es “fruto del desarrollo integral de todos” (n. 219). En esta tarea debe contribuirse teniendo en cuenta que “ser ciudadanos fieles es una virtud, y la participación en política es una obligación moral (n.220). Manifiesta que la Iglesia no tiene soluciones pero acompaña las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona (n. 240).
Culmina el Papa, este IV Capítulo refiriéndose al importante tema del diálogo entre fe, razón y ciencias”, destacando que “la fe no le tiene miedo a la razón”, y que “la Iglesia no pretende detener el admirable progreso de las ciencias” (n.242-243). Grandes precisiones hace, luego sobre el diálogo ecuménico, indicando cómo con los de diversas confesiones religiosas “somos peregrinos, compañeros de camino”, con llamado a superar el “antitestimonio” de la división entre cristianos, con tantos elementos que debieran unirnos. Advierte sí, el Papa, que “la verdadera apertura implica mantenerse firme en la propia convicción”(n. 251). Finaliza con precisiones sobre “libertad religiosa”, con ideas sobre “pluralismo” y con aseveración de que en él debe haber respeto a los diferentes valores como tales, sin que implique privatización de lo religioso con pretensión de reducirlo al silencio (n. 255) (Continuará…)
*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.