SEMILLA DE FE
Ante confortantes realidades
En medio de múltiples hechos, que causan pesimismo y desaliento por su gravedad desolante, aparecen, afortunadamente, otros hechos que confortan el ánimo y dan optimismo para seguir viviendo en la alegría y esperanza. La fervorosa celebración de Semana Santa, la respuesta creciente al mensaje del Evangelio a pesar de diarios ataques a la fe y a sus salvadores principios, los mensajes alentadores que dan la celebración de años como el de la “Vida Religiosa” y de la “Misericordia del Señor”, los mensajes y evidentes favores del Señor o de la Virgen en repetidas apariciones, el júbilo de una nación, como Colombia, ante el anuncio de visita del máximo representante de Cristo en la Tierra, son confortantes realidades.
Conforta constatar que la celebración de Semana Santa en Popayán “no es solo procesiones”,sino signo de un semilla de fe conservada con amor por más de cuatro siglos, y raíz para entusiasta labor denueva evangelización. Da alegría constatar que en el mundo, sigue siendo baño saludable toda esa corriente vivificante que emana de un cristianismo acogido en lo cultural, en lo social, y en la vida de auténticos hogares. Edifican los millares de consagrados a Dios, hombres y mujeres, en comunidades religiosas católicas, con servicios invaluables en múltiples aspectos a la familia humana.
Qué bien que entusiasme a todos, desde las más distantes corrientes del pensamiento, la anunciada visita a nuestro país del apreciado Papa Francisco. Es el Jesucristo de hoy en la Tierra, que viene a recordarnos que la paz en corazones y naciones es fruto de obras de bien, de atención a los más débiles y necesitados, con reclamo a no escuchar reclamos como el “derecho a actitudes violentas”, ni dándole sepultura a la justicia. Es el pregón del Jesús del pesebre y de la resurrección, que ha de construirse bajo el lema estampado por el Profeta Isaías (32,17): “La paz es producto de la justicia”. Si se sepulta la justicia, si no hay público rechazo a todo crimen en tratados de paz, llegaríamos más bien a peores guerras. Una visita del Papa que ponga guardia sobre falsos cimientos de la paz será aporte que nos evite graves males y lábaro de seguridad para “estabilidad en el bien”, como es su auténtica definición.
Confortante, el anuncio de nuestro Pontífice es el “Año de la Misericordia”, realidad que merece destacar en su propio sentido que no es el de “lástima”, sino amor desinteresado a quien está en la miseria para llevarlo a su restauración. Ese es el amor de Dios que se hizo hombre para sacarnos del abismo del pecado, y llevarnos a tener su gracia y su vida hacia una felicidad sin fin en su amistad.
No soy propenso a dar crédito a nuevas apariciones del Señor, de la Virgen o de los Santos, por el principio dogmático de que no hay Revelación pública nueva después de lo escrito por S. Juan, (Cf. Constitución sobre la Iglesia del Vaticano II n. 25). Pero eso no excluye revelaciones particulares que tengan serio análisis y aprobación en la Iglesia, al comprobar que no tienen nada contra la fe, ni ser suscitadas por intereses particulares, ni haya en sus relatos contradicciones. Al lado de apariciones, que en esas condiciones han obtenido aprobación de la Iglesia, he observado, después de 45 años, lo acontecido en Piendamó (Cauca) al dialogar con Aura Núñez, quien en 1970 afirmó haber tenido manifestaciones de la Virgen. Comenta que escuchó de Ella exhortación a la oración y a fidelidad a su Hijo Jesucristo, todo ello confirmado con múltiples curaciones a quienes han acudido a ese lugar con fe sencilla. Narra todo con gran naturalidad, en espíritu de obediencia, y ha llevado vida y apostolado cristiano ejemplares, sin proponerse protagonismos. Pienso que manifestaciones, en esas condiciones, son de las realidades confortantes que alientan nuestro espíritu.
*Expresidente Tribunal Ecco. Nal.