Monseñor Libardo Ramírez G. | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Marzo de 2016

LA ANHELADA PAZ

Con bases verdaderas

 

“¡LA PAZ SEA CON USTEDES!”, es el saludo a sus discípulos de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, al culminar la parte fundamental de su misión en este mundo. A cumplirlo en su semana de pasión, muerte y resurrección, que con fe conmemoramos quienes creemos en Él, y que, con toda razón, llamamos Semana Santa. No se turbe su corazón,  crean en Dios, crean también en mí” (Jn. 14,1), había dicho antes de padecer y morir, al anunciar, con toda claridad, qué le sucedería al ser repudiado y ser matado, pero que resucitaría al tercer día (Mc. 8,31). Ha sido fiel a su misión redentora, lo constata momentos antes de morir, con plena entrega al Padre: Todo está cumplido bien”. Por ello, al resucitar, puede hablar de paz.  

 

Jesús había dado a sus discípulos la seguridad de que no los dejaría huérfanos (Jn. 14,18), y que, aún en la desbandada de ellos como ovejas cuando se hiere al pastor (Mt. 26,31), les daría la fuerza del Espíritu de la verdad (Jn. 14,17), para ser, finalmente, testigos de esos hechos, con firmeza y sin claudicaciones. (LC. 14,38). Así tendrán paz en sus corazones. El camino a la paz que entrega Jesús, lo advierte, no es el estilo del que se tratan de trazar con miras solamente terrenas. Él lo dijo: “Les doy la paz, no se la doy como la da el mundo” (Jn. 14,27). Paz que no se basa en el dominio a la fuerza ni en transacciones con el crimen. De allí que su estilo de armonía en el bien traerá divisiones, pues no es un camino fácil como cima ilusoria de algo basado en la arrogancia y caprichoso triunfo de unas ideas, sino algo “oculto, y extraño” al egoísta sentir humano, (Lc. 19,42).

 

Camino verdadero hacia esa paz estable, es su búsqueda con personas arrepentidas de violencia y acciones terroristas, sin disculpas para realizarlas, ni exaltación de ellas,  en armónica y generosa búsqueda del progreso a los pueblos, como ha recordado el Beato Paulo VI, como “verdadero nombre de la paz”. (P.P). Paz verdadera se encuentra cuando no se rechaza a Dios y sus mandatos, recordó, a su vez, el bondadoso y S. Juan XXIII (P in T). Países cristianos no católicos, como los del Nordeste europeo, sin matanzas ni allanamiento ni condescendencias ante el crimen, han optado por ese camino, y avanzado en progreso  porque han apostado a vivir, aún sin ser muy conscientes, en el camino evangélico.

 

Por caminos de arrogante ateismo, solo se edifica, dijo Jesús, sobre arena movediza e inestable, como el “insensato que edifica sobre arena” (Mt. 7,26). El mismo Bolívar, sin desprecio de Dios pero en constituciones basadas en miras muy humanas, concluía, “aré en el mar y edifique en el viento”. No es por sentido religioso, sino por humilde aceptación de algo difícil, pero lo único estable, así sea sin fe, el sabio mensaje de Maestro divino, es como se echan bases estables a la paz.

 

Sin arrepentimiento del camino de la violencia y del crimen, sin opción sincera por la armonía, con arrogante búsqueda de imponer ideales materialistas, no se llega a la paz. Sin renuncias sinceras, sin generosos sacrificios a pretensiones egoístas, no habrá paz verdadera por más acuerdos que, se firmen, sino que se deja abierto el camino a más graves situaciones futuras.

Bien ha dicho el Presidente no firmaré un mal acuerdo por cumplir fecha”. Ojalá tampoco por quedar bien ante tantos anuncios de que logrará acuerdo con una parte de la subversión. Es momento, todavía, para pensar bien qué se va a pactar, y, si viéndolo bien, hay algo que se exija como condición imposible de aceptar, que se rompan las conversaciones, pues aceptarlas así será  camino a peores situaciones que las que se quieren superar. Que no nos presionen los 60 años de violencia, pues un mal acuerdo sería ilusoria superación de ese hecho, y puerta abierta a más prolongados años de atropellos al País. Paz Si, pero con bases verdaderas.

Email: monlibardoramirez@hotmail.com

*Obispo Emérito de Garzón