Monseñor Libardo Ramírez | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Junio de 2016

Puntos sobre las ies

 

EN  estos momentos, cuando se requiere precisar los pasos hacia la paz, tanto los propensos a concesiones a los rebeldes que han perpetrado crímenes como los que reclaman clara enmienda de ellos y expiación de graves delitos, piensan que uno y otro es el camino. La paz no lo justifica todo”, destacó en reciente publicación el diáfano pensador Dr. Alejandro Ordóñez, matriculado en la segunda posición, advirtiendo que esa frase no es fruto de un ánimo adverso a la paz sino tomada de afirmación de la sentencia C 370 de 2006 de la Corte Constitucional.

 

Con ese lema inicial se realizó, bajo la guía del Procurador Ordóñez, un serio trabajo del “Instituto de Estudios del Ministerio Público”, de trascendental actualidad. Sus conclusiones no tienen como propósito torpedear los pasos hacia la paz en Colombia, sino ser aporte para que esos pasos tengan piso firme, en especial en cuanto a una justicia transicional que se está tratando de delinear, procurando máximo tino en cuanto a mitigación de penas, como camino a acuerdos con quienes han cometido delitos, para que acepten tratados de paz. Es punto supremamente delicado, pues la búsqueda de la paz no justifica aceptar todo, ni permite que se abra paso a la impunidad.

 

Todo el reposado y patriótico trabajo que comentamos es un valioso aporte que señala bases indispensables para evitar acuerdos de paz que sean semilleros de futuras guerras y de permanente repetición de atropellos bajo el esgrimido “derecho a la rebelión”, con un preámbulo de “perdón y olvido” para todo crimen, y justificación del delito, lo cual llevaría al mayor caos e indecibles situaciones. Poner claros puntos sobre las iesen materia en la reclamada “justicia transicional”, ese el propósito de este trabajo, que desde el Ministerio Público, con ánimo patriótico se ha realizado. Atender estos llamados es buscar una paz estable, y no llegar a acuerdos viciados de elementos que la hagan prácticamente imposible.

Hay en ese estudio insistente llamado a que se busque una “paz fundamentada en la justicia”, y que se garantice la “seguridad jurídica”, sin lo cual se la estaría edificando en el viento. Como culmen de seria reflexión se señalan unos mínimos penalesque garanticen esos dos pilares indispensables para el logro real y no ilusorio de la paz.  Se destacan entre esos mínimos: 1°. Aceptación de las investigaciones, con juicio y condena de los crímenes por la autoridad judicial, sin lo cual no habría enmienda de vidas marcadas por el delito. 2°. Imposición de penas efectivas, fruto de esa seria investigación y condena. 3°. Penas proporcionadas a la gravedad de los crímenes. 4°: Efectiva reclusión de los criminales, sin lo cual las penas serían solo simbólicas, y en nada ayudarán a la corrección.

 

Se señala, también: 5°. Exclusión de participación política de quien haya cometido crimen atroz, algo de necesaria aplicación como signo de definitivo rechazo de acciones criminales. 6°. Avance hacia la verdad completa de los crímenes y desenfrenos cometidos, con firme arrepentimiento del delincuente. 7°. Reparación a las víctimas, a cargo de los victimarios  y no del erario público, para que alguien pueda beneficiarse de la justicia transicional. 8°. Exclusión de todo lo que denote impunidad, de lo contrario se le estaría dando carácter político a las mismas atrocidades.

 

Esas exigencias mínimas, presentadas con serenidad y lógica irrefutables, corroboradas con ejemplos de procesos de paz realmente serios, deben ser bases estables de paz, “puntos sobre las ies” que señalan horizontes de paz y no son oposición o trabas a ella. Qué importante que se garanticen todos esos reclamos en un acuerdo de paz, que sea blindado, ante todo, con claro respeto a la Constitución, y no aparente final, que, por falta de ese piso firme, sea solo algo ilusorio con desastrosas consecuencias.

 

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com