A vivir la alegría del Evangelio (II)
“Francisco acuñó primerear, para misión de transmitir la Buena Nueva”
Después de aludir a los 18 vibrantes numerales introductorios, con que inicia el Papa Francisco su Exhortación “La alegría del Evangelio”, creemos sea de sumo interés seguir en pos de las múltiples precisiones que hace, en ella, sobre muy variados temas. Se refiere a lo tratado en el Sínodo de Obispos de 2012, y expresa su auténtico pensamiento sobre otros más sobre los cuales, ha despertado positivas inquietudes y hasta contradictorias interpretaciones
El Capitulo Primero lo titula: “La transformación Misionera de la Iglesia”,con enfático llamado propiciar, en ella, un “dinamismo de salida”, marcado por “estremecimiento de gozo”, cuando se sale de sí a un caminar y sembrar siempre nuevo” (n.21). Habla el Papa de esa dinámica realidad de una Iglesia en real intimidad con Jesucristo, que le tiene qué dar una “intimidad itinerante”. Este factor ha de sentir la Iglesia y sus agentes de pastoral que han de convocar a la alegría que brota del Evangelio, que debe extenderse a todo el pueblo como el festejado anuncio dado a los pastores en el nacimiento del Niño Dios en Belén (Lc. 2.10) (n. 23).
Crea el Papa expresiones de muy especial sentido como “primerear”, con la cual quiere dar vida en la Iglesia a la permanente tarea de llevar el primer anuncio de la Buena Nueva a quienes nunca lo han recibido, y a vivirlo de verdad quienes ya lo conocen pero descuidan lo fundamental que es asumirlo en la vida. Pero ese anuncio debe ser pregonado sin complejos, conscientes que es para el bien de todo el pueblo, algo que se ha de festejar, teniendo una “evangelización gozosa”, que se vuelve belleza en una genuina Liturgia (n.24). Reclama el Papa a Pastores y fieles dar pasos a una decidida “conversión personal”, a salir de la rutina y de una“simple administración” de cuanto se tiene, y ubicarse, en lo personal y en lo apostólico, en “estilo permanente de misión”(n. 25).
Esa conversión ha de llevar, a “una impostergable renovación eclesial”.Esa opción misionera ha de conducir a renovación de costumbres, de estilos, de horarios, de lenguaje, y que “toda estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo actual”. No está el Papa en la línea de demolición de instituciones como la Parroquia, que “no es estructura caduca” pero sí debe evolucionar de algo estático a un contacto con los hogares y con la vida del pueblo. Hace llamado a revivir pequeñas comunidades de cristianismo viviente, y que la Parroquia sea, efectivamente “comunidad de comunidades”, en donde cada miembro de ella sea evangelizado y evangelizador. (nn. 27-28).
Advierte, luego, el Papa, otra gran institución que es preciso revitalizar, y es la Diócesis o “Iglesia particular”, que es la manifestación concreta de la única Iglesia encarnada un lugar del mundo… es la Iglesia encargada en un espacio determinado”. Esa Iglesia particular, presidida por un Obispo sucesor de los Apóstoles, en unidad con el Papa, sucesor de San Pedro, debe ver “comunidad misionera”, que da unidad a las comunidades parroquiales. Allí el Pastor “estará adelante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo”: (nn. 30-31).
En esa vida de conversión, que lleva a cambios concretos en personas e instituciones, se coloca el Papa a él mismo, en especial en cuanto a la apertura a escuchar sugerencias que ayuden a cumplir mejor la misión pastoral recibida de Jesucristo. En esa línea va su llamado a ser conscientes de que se deben dar orientaciones desde las Conferencias Episcopales, a las cuales hay que dar más definidas atribuciones que ayuden a romper “una excesiva centralización que complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”. Es necesario “ser audaces y creativos”, desde los diversos ángulos del mundo para entregar a todos las gentes el tesoro de la Evangelización (nn. 32-33). (Continuará).
*Presidente del Tribunal Ecco Nal.