MONS. LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Septiembre de 2014

También “Soy capaz”

 

Como blanca y limpia bandera por la paz, con convocatoria, como en el pregón angélico a “todos los de buena voluntad” (Lc. 2,14), sin distinción ni condicionamientos a éste o aquel camino, se ha convocado a contribuir a la conquista definitiva de ella.  El modo de hacerlo es dando cada cual demostraciones de concordia que expresen claramente que por ella, de todo: “Soy capaz”. Bajo la protección de un gran constructor de la paz,  en servicio ejemplar a causas de atención a los más abandonados, como fue S. Pedro Claver, se invitó a los colombianos en este septiembre de 2014 a realizar esos gestos nobles de reconciliación y de perdón.

Con esas sugestivas y concretas actuaciones se llevó a cabo la Semana por la Paz (8 al 14 de septiembre), con un llamado no circunscrito a unos días sino a actitudes permanentes en esa tarea de cimentar la paz en Colombia. Es convocatoria que reclama el concurso de todos y pasos que inspiren real confianza en toda la ciudadanía, inspirados en ese justo anhelo pero en- marcados en propósitos de enmienda, de rectitud, de equidad, de justicia y de grande prudencia. Quiérase o no, si los humanos, como los hijos de Noé, quisiéramos edificar hoy la “torre de la paz” de espaldas a leyes supremas del Hacedor (Gen. 11,1-4), todo culminaría en dispersión  y confusión.

No faltarán quienes nos digan que no nos pasemos a colocar asuntos de fe y de religión cuando se trata de algo meramente profano y terreno. Pero es que, dentro del mismo pluralismo que se pregona, pedimos la palabra, a nombre de milenios de historia en los que se ha prestado atención a postulados ultraterrenos para bien de la familia humana en momentos de confusión y de guerra. En esos momentos de inmensa dificultad pedimos la palabra creyentes con el Concilio Vaticano, en su Constitución en la que invita a reflexión entre Iglesia y el mundo moderno”. Allí se ha expresado que: “Al buscar su propio fin de salvación, la Iglesia no solo comunica la vida divina al hombre, sino que, además, defiende sobre el universo mundo el reflejo de su luz, sobre todo elevando la dignidad de la persona humana, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando su actividad diaria de un sentido y de un significación mucho más profundos” (n.40). ¡Que tejido de sabiduría y qué caminos tan prácticos hacia el bien y hacia una paz duradera hay en tantas páginas de documentos de nuestra Iglesia, en especial los de mensaje social!

“Soy capaz de aporte a la paz, poniendo en alto ideas como las anteriores, que son llamado a estilos concretos de obrar con sencillez y dedicación plena al bien, con rechazo al crimen y pecado. Soy capaz siendo comprensivo aún con los que han cometido crímenes atroces, listo al perdón, pero, claro está, cuando reconocen haber fallado, piden perdón de sus graves faltas y se muestren firmemente decididos a dejar torcidas sendas. Soy capazde aplaudir esfuerzos de paz de personas  de cuyo pensamiento esté distante, pero que me convenzan por sus ideas, por el sacrificio desinteresado por ellas, por su actuar limpio en el cual solo se vea, claramente, desinteresado servicio al bien común. “Soy capazde perdonar, y desear bien fundamentada paz, aun sintiéndome, por personales ataques,  como la casi totalidad de colombianos “víctima de la violencia”.  Soy capazde ese perdón, pero, exigiendo, para no ser cómplice de nuevos crímenes, de profundo y claramente manifestado dolor por los crímenes, y firme propósito de no volver a esos pasos.

Bienvenida campaña permanente del “Soy capaz”,  sin conexión directa  con conversaciones oficiales de paz que se adelanten de buena voluntad, pero  en las que se tiene confianza, ciertamente inferior, a esta arrolladora voluntad de la ciudadanía, que, sin distingos, ofrenda actitudes sinceras y limpias pequeños cálculos.   

Email: monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco Nal.