“Se vive lo que no podemos dejar que suceda en Colombia”
Los resultados electorales que se presentaron en Argentina pronostican, a no ser que algo extraordinario suceda, que en las próximas elecciones resultará triunfadora, de las contiendas que elegirán Presidente y Vicepresidente de la Republica, la alianza entre el candidato Alberto Fernández y la exmandataria Cristina Kirchner, quien ahora se presenta como aspirante a ser segunda a bordo. Este pronóstico ha afectado gravemente la bolsa argentina, desplomando las acciones de las principales compañías y produciendo una devaluación del peso local en un 30%. Lo anterior va mostrando consecuencias y efectos, tanto internos como externos.
No se entiende cómo, después de los escándalos por corrupción y más de 49 causas judiciales que se presentaron durante el gobierno de Cristina Kichner, ahora mantiene el favor del pueblo y parece tener grandes posibilidades de ser nuevamente elegida.
Si se analiza lo sucedido es posible concluir que al actual presidente de la República, Mauricio Macri, le correspondió tomar varias medidas antipopulares para poder controlar el gasto público y los subsidios que había, por ejemplo, en el sector eléctrico. Tuvo que suspenderlos para que subsistieran las empresas. Pero lo que más ha influido en el desgaste del actual gobierno fue no haber podido adquirir o construir la gobernabilidad que le permitiera hacer las transformaciones que este país latinoamericano tanto requería.
Por eso, cuando se analiza la política que en Colombia se está viviendo, es muy preocupante observar que en nuestro país tampoco se ha construido la gobernabilidad necesaria para poder cumplir las metas y objetivos que la sociedad espera.
En Argentina, los empresarios se encuentran muy preocupados puesto que todos han declarado contra la administración Kirchner en el caso denominado “Los cuadernos” de un chofer que prestaba sus servicios a un alto funcionario de esas administraciones y que anotó durante cuatro o más años todos los recorridos que hizo acompañando a su jefe a recoger dineros de lo que allá llaman “coimas” (pago de comisiones) a distintos empresarios para después llevarlos a la casa de los Kirchner.
El nerviosismo es tan grande que muchos de ellos están analizando la situación y algunos se han planteado la posibilidad de trasladar sus residencias fuera de Argentina y buscar nuevos rumbos a sus inversiones y empresas, temerosos de una represalia. Definitivamente son difíciles los momentos en uno de nuestros países hermanos del continente.
Muchos analistas están pensando que la corrupción se tomará de nuevo la administración argentina y, otros tantos, que la izquierda continental, si llegara a ser elegida la alianza kirchnerista, lo tomaría como un triunfo para ella. Claro está que mayor problema no es que sean de izquierda sino la corrupción a la que llegaron.
Lo que no es fácil de entender es cómo un país que en el pasado fue la séptima potencia económica del mundo, que acabó con el analfabetismo antes que la mayoría de las naciones de Europa y por ello se convirtió en un ejemplo en el mundo, hoy está empobrecido, e inmerso y decidido a regresar a la experiencia vivida bajo líderes que encabezaron la corrupción a niveles impensables. Es como si el pueblo argentino no entendiera o viera con claridad el camino que están escogiendo. O, como si algo les estuvieran ofreciendo para que, a corto plazo, les hiciera ver tal alternativa como una viable o favorable. Gran equivocación. En Argentina se está viviendo lo que no podemos dejar que suceda en Colombia.