Recibimos con tristeza la temprana partida de María Isabel Murillo, la querida Misi. El país mantendrá un aplauso eterno a su gran aporte de creatividad teatral y musical, como la musa de la economía naranja, esa nueva apuesta de la nación. El objeto de convertir las artes escénicas y los espectáculos en industria creativa lo hizo realidad.
Ella prendió esa primera llama, logró el propósito de transformar su sueño en un producto, no solo de su propiedad intelectual y de reconocimiento mundial, sino con la solidez de un modelo de desarrollo de talentos que puede ser multiplicable y perdurar en el tiempo. Ese es el reto de la economía naranja: hacer de la cultura una oportunidad económica.
Misi logró desarrollar los elementos esenciales de un emprendimiento viable en la industria creativa, como lo señalan el hoy presidente Iván Duque y Felipe Buitrago en su libro “La economía naranja, una oportunidad infinita”: Desde el punto de vista de la oferta, tuvo la capacidad de convertir una idea creativa en un producto de calidad; por el lado de la demanda, su creación es solicitada por el aprecio de su audiencia, sus alumnos y sus equipos y finalmente es capaz de atraer y hacer sinergias con otras instituciones convencidas de su impacto y seriedad. Así validó las tres dimensiones básicas de un proyecto naranja: la creativa, la de goce del público y la del entorno institucional. Donde la Escuela de Artes Escénicas se convierte en el articulador de toda la cadena de valor y en el motor del desarrollo de capacidades.
Misi nos dejó este año a Ella es Colombia. En medio del colorido nacional y de la diversidad ecológica, muestra fuertes realidades y las acompaña del compás y los diferentes elementos de la música regional como un homenaje a nuestras raíces, que complementó en la tradicional magia de sus escenarios con telones de fondo de pinturas de grandes artistas colombianos.
Misi y la Navidad se convirtieron en una analogía. La apertura de cada nueva obra en estas temporadas del año siempre contaba con la expectativa por el solista escogido o por aquel quien empezó en la Escuela de Artes y pasaba a ser el bailarín profesional y por ese nuevo cuento que con un profundo mensaje, llegaba y seguirá llegando, como todas las veces, de manera formativa y llena de gracia. Su huella, entre muchas otras, es un legado de 30 años de Navidad - su obra, sin saberlo, de despedida-.
Pero Misi no se conformó solo con la Escuela de Artes Escénicas sino insistió en el Centro Cultural Proscenio, en el Antiguo Country de Bogotá, la visión de todo un complejo cultural con teatro, talleres de escenografía y vestuario, salones de ensayos para orquesta y ballet, escenario al aire libre para espectáculos gratuitos, teatro restaurante con vista de trescientos sesenta grados sobre Bogotá y un gran salón de exposiciones. Sobran así razones para considerar a Misi una inspiración del sueño naranja para la industria creativa.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI uribemariaelisa@gmail.com