Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Abril de 2015

 

“Esta marca un cambio geopolítico radical”

El trasfondo

La Cumbre Panamericana

 

La  Cumbre Panamericana en Panamá marca un cambio geopolítico radical. De parte de Washington es el replanteamiento de su país ante la competencia del bloque euroasiático que amenaza quitarle la iniciativa como líder mundial. Su dependencia de los demás países latinoamericanos se hace evidente tras tantos años de ver sólo la dependencia de estos.

Las tesis de la guerra fría, del llamado “eje del mal”, del fundamentalismo puritano, y del maniqueísmo anticomunista, se han agotado.  Y en el Oriente terminaron metidos en dos guerras del tipo “no win games”. La de Irak y la de Afganistán en las que se evidenció una alta tecnología bélica  y una pésima disposición de los jóvenes soldados a morir en unos desiertos de cuya existencia no tenían noticia.  Lo único que quedó para los norteños de ese sectarismo exacerbado por el terrorismo del 9-11, fue una clara tendencia en los países latinoamericanos de  acercarse entre sí, con Europa y  China. Crearon organizaciones como ALBA y Unasur. El bloque que encabezó la URSS y China se ha quedado sin bagaje marxista. A pesar de la retórica, Cuba busca con desespero entrar a los mercados y abrirse a la inversión internacional.

Las negociaciones con Washington son secretas en su contenido y llevan más de un año auspiciadas por la Santa Sede  y Canadá. De fracasar, el embargo haría impracticable esa esperanza, y habría una hambruna como la ocurrida en la década de los 90 tras el colapso de la URSS. Pero esas negociaciones no han fracasado precisamente porque las realidades geopolíticas se imponen a ambos por encima de ideologías. Si Cuba le ha dado el esquinazo a su pasado, otro tanto lo ha hecho EE.UU. Así, por ejemplo, Venezuela es capitalista aunque sus gobernantes hablen de socialismo. Más aún es rentista y depende de un solo producto cuya oscilación determina la realidad cotidiana sin importarle la propaganda en el poder. El sistema argentino más productivo y diversificado está sujeto a una concepción política más allá de gobernantes de turno, que consiste en endeudarse. Esa característica es su constante desde hace más de un siglo. Cuando un gobierno de tipo peronista o no, civil o militar, no se endeuda es porque perdió el crédito internacional. Como eso rara vez ocurre debido a los amplios recursos naturales del país austral, el gobierno al que le han rechazado el préstamo disfraza el defecto ponderando la prudente  virtud de la continencia y la mesura en el gasto público. Pero es muy raro, la constante es una mentalidad prestataria de desarrollo al debe. Bolivia y Ecuador se han beneficiado en términos de igualdad social y aun de desarrollo económico en esta década de interregno, si bien la democracia ha sufrido con el “articulito” que perpetuó a su caudillo en el gobierno. Brasil más capitalista, desde Itamaratí hace venias a sus ilusos aliados ideológicos, pero mantiene una clara estrategia geopolítica para quien sabe mirar. Chile tras dos períodos de la “comunista” Bachelet, es el símbolo viviente de la estupidez de Nixon de tumbar y asesinar al presidente Salvador Allende para imponer el terror corruptor de Pinochet. Y Colombia que con rezago está dando la vuelta a la página de la guerra fría, aquí en caliente desde hace medio siglo, es el país que más ha crecido en la región, con una baja inflación y un notable crecimiento de empleo. Eso es el trasfondo de la importante cumbre en Panamá, más allá del eslogan y las cortinas de humo.