Unasur
Unasur representa una tendencia suramericana en disidencia moderada con la OEA y otras instituciones como el Fondo Monetario Internacional. Aún no ha sido sometido a pruebas grandes o prolongadas. Y sus retos más peligrosos no parecen ser externos. Sino de las prácticas económicas de países como la Argentina, Venezuela y Bolivia, mientras que Brasil según el gobierno de turno aplaude los disparates pero jamás los comparte. Es decir, su gestión como potencia geopolítica sigue rauda e incólume, así predique otra cosa a través de voceros menores. Esto lo entiende bien Bolivia, por ejemplo. En alguna ocasión presencié en la ONU un rifirrafe entre esos dos países. Por algún motivo en una reunión de productores de café apareció el embajador de Bolivia que por supuesto estaba fuera de lugar por sustracción de materia. Y lo curioso es que tomó la palabra durante casi una hora. Cuando al fin concluyó, el delegado de Brasil pidió la palabra para dejar constancia de que él tampoco tenía nada que decir…
Unasur eligió como su secretario general a Colombia en cabeza del expresidente Samper. Siempre es un éxito para el país aún si justo, él, le da una connotación equivoca al asunto. Los malos barruntadores se preguntan si no será un regalo griego del presidente Santos para con ese ente sureño. En cualquier caso es otro éxito regional suyo para lidiar con el toro de las Farc.
La composición de su gabinete replica lo propio en el interior. Entrega un llamado superministerio a un abogado del grupo Ardila y de Sarmiento Angulo. Mantiene el equilibrio centrista contra las regiones y deja de lado los sectores limbáticos del pastranismo y de Petro cuyo descrédito no mengua. El andamiaje puede sostenerse quizás el tiempo necesario para lograr el acuerdo de La Habana. Es una apuesta de póker al tiempo y al azar. Pero a pesar de los grandes logros en el empleo, en control de la inflación, en el crecimiento del Producto Interno Bruto, en el país hay un larvado malestar. Malestar algo intangible pero que a la menor provocación puede estallar. Además del declive de Petro, han quedado como en el olvido Mockus, y Pachito Santos en Bogotá si bien por motivos diferentes. El primero postula la cultura ciudadana, el civismo, la oposición a la ley del atajo. La solidaridad. El segundo es su antípoda en méritos académicos, personales, y de esfuerzo. Su propuesta de traer pistolas eléctricas para reprimir al estudiantado ya lo hizo realidad su pariente. A esas pistolas las llaman las pachitas, en homenaje al aporte teórico de Pachito para mejorar la enseñanza. En breve veremos cómo los delincuentes las usan y oiremos el argumento de sus abogados de que no son peligrosas… mismo argumento que hoy da la Policía para traerlas. La ineficiencia de las fuerzas de seguridad no está dada por falta de fuerza sino por mal uso de la inteligencia para usarla. Un joven bien entrenado con un bolillo es letal si así lo quiere y en todo caso persuasivo, como lo saben los europeos.
En fin, Unasur como la OEA no se juzgan por lo que hacen, que suele ser muy poco, sino que se juzgan como los parlamentos de todo el mundo: por lo que evitan.