MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Junio de 2014

Los ganadores y los perdedores

 

Los presidentes electos en la historia de Colombia nunca lo son por la mayoría de la población. A lo sumo representan la mayor parte de una minoría, la minoría que vota. Esa ruidosa isla en un océano de silenciosos abstencionistas. Y es útil decirlo porque suele ignorarse como si fuese algo superfluo. Y no lo es. Se trata de un volcán dormido o semidespierto. La gobernabilidad nacional no sale fortalecida omitiendo esa evidencia. Con todo el re-ensamble que Santos logró para la victoria  incluyó un elemento no partidista, coalición de ONG de sectores minoritarios por raza, sexo, educación, ancianidad tal como lo mostró el video de Juanpaz. En fin de sectores excluidos que se sentían amenazados por un arbitrario Procurador lefebrista aupado por un senador metido hasta el cuello con el paramilitarismo que lo tiene a él como un juez a la carta. Que llevado del más grosero regionalismo acusó, por adelantado, de corrupta a toda la Costa Atlántica. Por supuesto esa infamia no representa a la mayoría de los votantes por Zuluaga.  Con todo esa minoría delirante amenazando con revanchas contra el Presidente obligó a Zuluaga a no modular en la TV más defensas ante lo indefensable, ante la calumnia evidente, ante las acusaciones sin pruebas, ante  la incómoda compañía del consiglieri del expresidente. Sector delirante y agresivo que se declaró perseguido mientras algunos directores de gremios económicos orondamente hacían proselitismo sin tapujos por los suyos. En suma Zuluaga hombre moderado y al parecer, decente, prefirió la laringitis. Zuluaga pues es el gran ganador. Los votos lo liberan del pesado yugo del pasado paramilitarismo, de las chuzadas a magistrados, de reformas constitucionales hechas con nombre propio y vía el cohecho. Y sobre todo lo distancian del gobierno que mató a más de dos mil  patriotas pobres reclutándolos, haciéndolos vestir de guerrilleros, trasladándolos a las zonas de conflicto, asesinándolos, y luego presentándolos ante la opinión pública como terroristas dados de baja. Cobrando luego en dinero y prestigio por cada cadáver de colombiano, su trofeo. Zuluaga se distancia de ese pasado cuyos crímenes recaen en el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez que justificaba el genocidio diciendo que esos jóvenes no estarían propiamente “recogiendo café”.

Otro ganador es Belisario Betancur que vio en la paz y en la palma de la paz el símbolo que él esbozó en su administración. A diferencia de Andrés Pastrana que en la suya pagó un capital político enorme por esas negociaciones y ahora sube al carro de su antípoda justo cuando ese carro fracasa y la tesis, por él valientemente esbozada, triunfa a su pesar. Se quedó con lo peor de ambos mundos. Le entregó la vocería a una  exministra de guerra que en el año 2002 le  aseguró al país que en dos años le habría quebrado el espinazo a las Farc. Ella al adherir a Zuluaga tras la primera vuelta, sin consultarle al partido conservador,  queda ahora subsumida en el Centro Democrático o en un curioso estado limbático  similar a su promesa de arrasar con las Farc en dos años. Otro ganador es el profesor Mockus, y un perdedor también por vía del limbo es Peñalosa, y en menor grado el respetado senador Robledo cuyo maximalismo lo deja en una zona gris. Petro sobrevive pero no prevalece. Y el próximo alcalde de Bogotá debe ser Clara López, la gran ganadora de esta curiosa coalición.