Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Junio de 2015

LAS DROGAS
Lo que no se dice

Un  escritor estadounidense invitado por la embajada de su país a Bogotá quería saber qué le esperaba a México en la guerra de las drogas, y suponía con razón que podría aprender algo del caso colombiano. En la charla fugaz de un coctel le hice notar que lo primero que muere en ese conflicto es la verdad. Las grandes cadenas de los medios internacionales, le dije, muestran con gran despliegue las acciones violentas de los carteles, que los mexicanos pronuncian cárteles, y destacan la corrupción del poder público del país proveedor, sin mencionar jamás al consumidor que compra y les vende las armas de contera. De ese modo los puritanos norteños no tendrán empachos de conciencia y salvarán su imagen impoluta mostrando el salvajismo del trópico. En fin que la conciencia norteña y la de sus medios, incluido The New York Times que suele ser menos torpe, hace parte de una mentalidad consumidora que desprecia a sus proveedores y se limpia los escrúpulos mandando a fumigar lejanos cultivos como si la mata fuera la responsable de sus ansías de escapar de la realidad. En fin, que los malos son los bolivianos, los peruanos, los colombianos o los mexicanos pero en ningún caso los norteños. El escritor Luis Urrea, de ancestros mexicanos, entendió en seguida con buen humor el mensaje. Y me convidó a México a continuar en público este punto de vista.

Mientras el consumo de droga sea perseguida, el ansia de consumo de cada individuo pasará sin ser advertida en su real dimensión. De ahí que un país amante de la libertad tenga el mayor porcentaje de su población presa en cárceles de los doscientos países que componen el planeta. Y por supuesto la satanización de la droga genera una doble moral en la cual ellos siguen consumiendo sin parar, y los países satélites ponen los muertos de su prohibición. Nos ponen de policías ad extra de un fenómeno interno. De ahí que los financiadores de las Farc son los consumidores norteamericanos, y a México como a Colombia le quedará difícil ganar esta guerra interna de EE.UU., con toda una economía consumista próspera y creciente detrás.

Mientras las guerrillas colombianas fueron financiadas por la mendicante Cuba o por la URSS , el Gobierno pudo contenerlas pero el crecimiento exponencial de su violencia surge a partir de los años 80 cuando esas guerrillas pasaron de combatir al “imperialismo” a complacerlo por la nariz. Entonces el Estado estuvo en serio peligro, y las instituciones crujieron. Hoy por hoy los carteles de toda Latinoamérica son sostenidos por una cultura consumista con dólares y armamento externo. Pero las grandes cadenas de los medios se prudencian. Por fortuna como es el caso de la inteligencia mexicana, hay quienes notan esos silencios de lo que no se dice.