MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Marzo de 2014

Lo que viene

 

La fórmula vicepresidencial de Santos afianza el matiz derechista de su campaña. Sustituye a Garzón del sector sindical oriundo de provincia por otro bogotano tradicional y, cómo no, oligárquico en el sentido griego y en todo sentido. Trata pues de contrarrestar a otro contendor de la extrema derecha como si no sintiera ni presintiera las nuevas fuerzas que se mueven en el ámbito nacional. Creo que se va a llevar una sorpresa tanto él como su contendor. La clase política colombiana ha sido no tanto rara sino mansamente anormal. Es la única entre los veinte y tantos países de América que es  incapaz de afianzar un Estado con pleno dominio del territorio, de la tributación y de la fuerza pública. Como lo reconocen los propios tributaristas hay una evasión sistemática de parte de los más adinerados, cuyos hijos por lo demás no pagan servicio militar pero dan diploma de patriotismo a quienes piensan como ellos, tipo gobierno anterior. Que mueran los jóvenes más pobres defendiendo su curioso sentido de patria. Y la guerra intestina lleva medio siglo. En consecuencia no hay tampoco dominio territorial pleno, ni existe un sentido de legitimidad compartida por toda la nación.

En estas condiciones creo que las elecciones mostrarán una muy alta abstención. Y un voto blanco de protesta que cierto conflictivo expresidente quiere hipotecar como suyo.

Mientras la educación decae en manos de una ministra prestada de la Cámara del Comercio y se evidencia en la pruebas Pisa como un mayúsculo desastre. Mientras la concentración de la riqueza hace de Colombia uno de los países más desbalanceados del mundo. Los medios en manos de dos o tres consorcios acomodan la “opinión” a sus intereses. Se felicitan por desestabilizar al alcalde de Bogotá pues los derrotó en las urnas. Justo en medio de las negociaciones de paz en La Habana, para mayor coincidencia. Y alegando con enjundia la necesidad de hacer “justicia”.

El risible nepotismo criollo de hijos de papi y mami ordeñando el erario y convirtiendo las elecciones en un modus vivendi. Endosando electores, comprando votos o atacando la compra de votos con el entendido de que estos son hereditarios, tipo simoncitos o galancitos. Herederos políticos y biológicos de un mártir que murió justamente denunciando el nepotismo. Me parece que algo debe cambiar. Y dudo mucho que la extrema derecha y el paramilitarismo puedan volver a gobernar sin generar una insurrección. Pero la formula bogotana, oligárquica y centralista de Santos-Vargas Lleras no sólo evoca apellidos políticos de hace un siglo, sino que resultará pesada para el pueblo bogotano despojado con triquiñuelas de su voto, y para el pueblo de provincia será un ayuno demasiado largo.