Del humor y el mal humor
Los noticieros patinan en torno del crimen y la chiva roja mientras la política gira silenciosa alrededor de La Habana sometida a un sigilo necesario. Los diarios se aburren y aburren. Ni siquiera Pachito Santos que tiene el don innato de hablar un segundo antes de pensar logra ya hacernos reír. Ni nos deleita Samper Ospina desnudando a alguien más para vender revista. Es un gracioso desmontador de terrenos sin que pueda decirse que cultivó ninguno. Y que ejercita la más baja forma del humor que es la burla. Cosa que no es difícil en los salones ni en los retretes de una sociedad enferma. Su alto índice de popularidad lo demuestra.
Él, así como la vicepresidencia de Pachito, es tanto parte del síntoma como del diagnóstico. La merecida risa castigadora contra ese tipo de sociedad que los engendra es su modus vivendi. Logra suscitar risa en el retrete social descompuesto de los salones pero lo que si no logra ese disimulador del ocho mil es postular santuarios. En eso es eunuco aún si atrae con lo semiporno y el seudo escándalo. No se ve en el horizonte una publicación que postule un norte. Que sobrepase la crítica y muestre un camino. En los partidos tradicionales esa pregunta ni se hace. Dejaron de ser un modus operandi para también convertirse en modus vivendi. Tal vez haya algo incipiente en las redes, pero todavía no se nota.
Pasando a otro tema, Colombia por primera vez logró representar una ópera de Wagner. Tannhauser se presentó gracias a la colaboración de personas provenientes de una decena de países. La orquesta de Venezuela dirigida por el precoz talento del respetado músico Gustavo Dudamel. Un elenco internacional que incluye voces colombianas de gran belleza como las de Lanchas, Mogollón, la soprano Rosero, el tenor Gutiérrez. Y el apoyo económico de varias compañías que la hicieron posible, si bien los precios de la boleta impiden añadirle el adjetivo de “popular”. De todos modos es un hito cultural. Los diez bailarines que recrean el monte de Venus y en fin el escenario y los efectos son conmovedores. Si todavía consigue entrada, le recomiendo no se pierda esta joya.
Una última noticia que no ocurre desde hace dos siglos. La marina británica ha sido desplazada en calidad como en cantidad de buques. Lo que Lord Palmerston creía imposible y, sobre todo peligroso, ha ocurrido. Es un proceso lento que se viene incubando desde Margaret Thatcher. Otra consecuencia de políticas económicas que ignoran los efectos a largo plazo. Algo para meditar ante la silenciosa expectativa de los acuerdos de La Habana. Con buen o mal humor.