El héroe Snowden
Así lo consideran los sectores liberales de California y los republicanos enemigos de la burocracia intervencionista
Así lo celebran a través del planeta los cibernautas amenazados. Cualquiera que tenga P.C. o celulares se siente víctima potencial del espionaje. Incluso quienes no coinciden con la libertad formal de expresión como Venezuela o Bolivia le abren las puertas. Rusia lo alberga. Es que el propio Putin es un exagente de KGB. Su carrera se explica por el poder adquirido por los servicios secretos de la Unión Soviética. Poder de espionaje, de desinformación, de manipulación. Y un presupuesto gigantesco para intentar mantener a flote el Estado Soviético. Putin sabe lo que hace. No es un gobierno títere como el de Rajoy en España. Sabe, quizá, que Snowden es un símbolo y como símbolo, al parecer, algunos sectores en el seno mismo de las agencias de espionaje lo están ayudando… Todos sabían en donde estaba Snowden cuando pasó por Hong Kong y mucho más cuando estaba en la zona del aeropuerto de Moscú. Sin embargo, esas agencias súper informadas pusieron en marcha un sistema de desinformación maquiavélico que manipuló al propio presidente Obama. Y a varios presidentes europeos subalternos.
La abyección del Gobierno español al negarle al Presidente de Bolivia el derecho de aterrizaje, se hizo manifiesta. “Nos dijeron que Snowden iba en el avión”, atinó a decir el Canciller español. Se movió sin saber quién le dio la orden… y lo hizo delinquiendo. Violando las leyes internacionales. Evo Morales como presidente puede llevar a Snowden en su avión y Estados Unidos no tiene derecho a impedirlo. Pero volvamos al asunto. ¿La agencia estadinense se equivocó? No lo creo. ¿Ud. sí? Protegió a uno de los suyos, pues potencialmente cualquiera de ellos puede ser Snowden ante un sistema total de espionaje mundial de la intimidad. Y puso en evidencia cómo varios países europeos se mueven a la bulla de los cocos de las agencias estadineneses. Si Snowden es el símbolo, un personaje como salido de la imaginación de Orwell, en pocos años Obama no será sino el fantasmal recuerdo de un fracaso esencial. Un continuador reticente del pentagonismo de la dinastía Bush. Y por supuesto los jefecitos menores como Hollande o el negociante Rajoy, ni siquiera serán mencionados en esta epopeya entre la libertad a ser respetados en la vida privada contra el ojo invasor de la burocracia policíaca. Todo en aras de defendernos del terror. Como si 1984 no fuese también una novela de terror. La bendición que supone la Internet conlleva esa otra cara siniestra. Muchos agentes de esas agencias están ayudando a ponerle límites. A convertir en símbolo vivo a un exagente. Hacerlo un héroe. Y de pasada mostrar la fachada impúdica de abyección de los países en una Europa en franca decadencia. En unos países en el que el futuro llegó y los convirtió en museos.