En esta obra de vida, los adolescentes en el siglo XX, tanto como hoy, en mayoría de edad, vivimos distintos episodios alrededor de satisfacciones, triunfos y duros logros; grabados en la mente ayer, como si fuera hoy.
Este columnista, cruzó el puente, entre la década de los 50 y los 60, en momentos en que el fútbol en Bogotá se disfrutaba como espectáculo favorito y, encantador, en el viejo estadio ´Nemesio Camacho, El Campin´.
La sola presencia de público en oriental, occidental, preferencia y altas en sur y norte, eran medidores, para establecer qué tan clásico, sería un partido y cuántos jugadores se destacarían.
Ya retirado por edad, Efraín ´El Caimán´ Sánchez, otrora arquero nacional, recordaba en visitas al noticiero TvHoy, en los 80, que “sin duda, la barras elevaban automáticamente, la emoción en tribuna y, la calidad en juego de los protagonistas”.
Soy santafereño, equipo que conocí primero por fotografías en periódicos, cuando apenas empezaba la impresión en color, que destacaba uniformes, escudos y balones, lanzados por jugadores de Santafé, por encima de la malla, entre tribuna y pista atlética.
Así a través de prensa supimos cuatro jóvenes estudiantes que Santafé entrenaba en la cancha del velódromo 1 de mayo, a partir de las 9 de la mañana. Era algo retirado de Teusaquillo a San Cristóbal, sector con el mismo nombre que, los mozalbetes, recorríamos en bus –Troley-.
Podíamos ir en vacaciones, en horas de la mañana; Se preguntará, el amable lector, por qué a Julio Tócker, director técnico, le gustaba ese escenario para entrenar. La cancha al centro de la pista era un gramado fino, parecía un tapete.
Su práctica física era una y, otra, los partidos de entrenamiento, para análisis sobre desempeño de jugadores; en la semana sostenían los amistosos con amateres, liga de Bogotá.
Con papelógrafo mostraba a los jugadores cómo debían ubicarse en un partido. El periodismo deportivo denominó a Tócker como el ´filósofo del futbol´.
Sus alumnos Manolín Pacheco, Carlos Bolla, Wiesner, Carlos Rodríguez, Juan Carlos Pellegrino, Jaime Silva, el ´Mono´ Tovar, Edilberto González, José Vicente Grecco y Rodolfo Bedialle, entre otros; cada equipo creaba motivación para llevar barra a los estadios.
En este Siglo XXI intentan hacer memoria triste a la pandemia desocupando estadios, lo contrario del futbol; Mejor sería despertar taquillas a precios populares, como fórmula de solución parcial; Sin gente, matan el fútbol.
Y peor, cobran por partido en canal TV, que nadie sabe dónde sintonizarlo, Así el futbol morirá de espalda, en estadios fúnebres y sin almas.