Caída en índice de Desarrollo Humano
“Hay que acabar con el apartheid educativo en Colombia”
La semana pasada el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) publicó los resultados del Índice de Desarrollo Humano preparado por la ONU, en el cual Colombia registra un preocupante descenso al pasar del lugar 70 al 91 en una muestra de 187 países. El índice analiza las perspectivas en materia de expectativa de vida, salud, educación, reducción de la desigualdad social y nivel de vida digno.
A pesar de los alardes del gobierno sobre nuestra tasa de crecimiento económico superior a la de muchos países desarrollados en los últimos dos años y pese al aumento muy positivo de la inversión extranjera, que el año pasado sobrepasó los US$16.000 millones, nuestro país presenta un considerable atraso en desarrollo humano frente a Chile (puesto 40); Argentina (45); Uruguay 51; Cuba 59; Panamá 60; México 61; Costa Rica 62 y hasta Venezuela con 71.
Coincidimos con el ex embajador chileno, hoy director regional del Bureau para América Latina y el Caribe del Pnud, Heraldo Muñoz, quien sostiene que la principal vía para cerrar las brechas de desigualdad social en la región es la inversión en educación, así como también explica que el liderazgo de Chile en la región se debe a que sus gobiernos han invertido en intensas políticas sociales encaminadas a reducir la pobreza y ampliar la cobertura de educación y salud.
Teniendo en cuenta la importancia de la educación en una sociedad y el sin número de propuestas de organismos multilaterales, instituciones educativas y organizaciones estudiantiles en pro de aportar al debate para la construcción de la reforma educativa en Colombia, es importante resaltar que la cobertura sigue siendo un problema preocupante del sistema educativo de nuestro país. Según Carlos Alberto Herrera Casas, profesor de la Universidad de Los Andes, de 100 estudiantes que inician primaria, sólo 40 terminan grado 11, de ellos, 10 entran a la universidad y sólo 5 se gradúan. Las razones de esto último radican de una parte en los elevados costos y de otra en la deficiente preparación de los alumnos, quienes entre otras cosas gracias a la promoción automática se han rezagado frente a otros países de la región o a los alumnos de colegios privados y al ingresar a la Universidad esa brecha cada vez más evidente, los lleva a desertar de las aulas.
Es importante resaltar que a medida que se hagan esfuerzos para avanzar en cobertura se deben desarrollar planes y programas para mejorar la calidad y cerrar la brecha existente en la misma. Debemos acabar con el denominado por Mauricio García, apartheid educativo de Colombia. Por ello hay que analizar serenamente y sin apasionamientos la carta abierta de Fecode llamando a la movilización del sector mañana. Si bien es cierto que algunos reclamos aparecen justificados como el respeto a la salud, y la vida digna del magisterio; el rechazo al desprestigio contra la educación pública; la exigencia del pago de las deudas salariales pendientes y la normalización de la deuda con el Fondo de prestaciones sociales del magisterio; resulta inaceptable su rechazo a la educación privada y mucho menos su oposición a la evaluación de competencias de los maestros, elemento sine qua no para mejorar la calidad para lograr que nuestro sistema educativo sirva como mecanismo de movilidad social.
Teniendo en cuenta la urgente necesidad de promover en Colombia una política de reindustrialización que la administración Santos no aceptó incluir en su Plan de Desarrollo es importante tener en cuenta cómo en algunos países la clave para el impulso de determinados sectores estratégicos, ha sido una educación de alta calidad y especializada en las áreas del conocimiento que más contribuyen al valor agregado de la economía. Lamentablemente observamos bajas tasas de graduados en profesiones que tienen un mayor impacto en innovación, ciencia y tecnología así como en aquellas que satisfacen necesidades de mayor competitividad en la agricultura.
Resulta prioritaria una educación universal que llegue a todos nuestros niños y jóvenes con altos niveles de calidad para garantizar movilidad social, mayores niveles de productividad, mejoramiento de la calidad de vida y un mayor desarrollo humano en Colombia.
*Con colaboración de Mónica Mahecha