¿Locomotora o vagón de la innovación?
LA actitud errática y la lentitud en la puesta en marcha de la locomotora de la innovación han producido retraso en el impacto que se esperaba que obtuviera el Fondo de Innovación del Sistema General de Regalías. Cuando presentamos en el Senado el proyecto que dio origen a la Ley 1286 de 2009 sabíamos que la innovación es uno de los pilares indispensables en una economía que en épocas de globalización pretenda ser competitiva, dado que es uno de los factores esenciales para desarrollar cadenas de valor agregado con productos y servicios sofisticados, que atiendan al exigente mercado mundial.
Razón suficiente para que dicha locomotora arrancara a toda velocidad hace dos años, pero la visión miope del DNP al elaborar el Plan de Desarrollo y el deseo de acaparar, no permitieron poner en práctica la nueva organización institucional de la Ciencia a través de Colciencias que debía transformarse en un Departamento Administrativo con la autonomía presupuestal y el nivel jerárquico para desarrollar una política de Estado en innovación, y evitar que dependiera de las veleidades de los funcionarios de turno. Recientemente, el nuevo director de Colciencias, Carlos Fonseca, mencionó que la entidad va en una nueva línea, en la que tendrá una reorganización en la cual se comprenden cinco grandes áreas: i) ciencia para la paz y la convivencia; ii) ciencia para la productividad y la competitividad; iii) ciencia para la sostenibilidad; iv) ciencia para saber más y, v) ciencia para las regiones y los territorios, lo cual nos parece va enfocado en dirección correcta.
Es indiscutible el acierto de la Administración Santos al lograr la reforma a las regalías y brindar mayores recursos para la investigación científica y tecnológica. No obstante, hoy es evidente el retraso en dicha política. El Informe de Innovación Global (GII) 2012 de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), presentó el Índice de Eficiencia de la Innovación que muestra cuántos de los outputs de la innovación (conocimiento, tecnología y creatividad) son producidos por los inputs de la misma (instituciones, capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación del mercado y de los negocios).
Según dicho índice, Colombia se encuentra en una posición muy desfavorable en nivel mundial, al ocupar el puesto 92 entre 141 países. Al comparar este resultado con otras economías de Latinoamérica, se encontró que Chile, Brasil y Venezuela están en mejor posición que la nuestra.
Las ineficiencias de las políticas de engranaje y envión de esta locomotora, no son responsabilidad de una sola institución (Colciencias), sino de la falla en los mecanismos de arranque que han impedido cumplir con las metas propuestas. Si seguimos esta tendencia, no podremos referirnos a la innovación como una locomotora que no ha despegado, a pesar de darle la orden de salida hace dos años, sino que la contemplaremos como un simple vagón, dado su lánguido impulso.
Desde ya el Gobierno debe permitir la autonomía de la institución encargada de liderar las políticas de innovación -Colciencias-, en especial, de los recursos que administra para así cumplir con las metas propuestas. Es vital: i) asegurar el presupuesto de innovación que no se soluciona con el 10% de las regalías; ii) ampliar el alcance del Programa de Transformación Productiva alineándolo con la locomotora de innovación en especial con más ramas industriales; iii) realizar una minuciosa revisión de las fallas que están limitando el cumplimiento de los objetivos, y iv) aumentar la eficiencia de los esfuerzos realizados en innovación.
Todo ello permitirá ajustar estas iniciativas con la realidad de ampliar la oferta exportable del país, y abastecer plenamente la demanda interna bajo una estructura de costos competitiva, es decir, que los inputs tengan un mayor impacto sobre los outputs, lo que reflejaría el buen uso de los recursos destinados a la innovación en Colombia.