PAZ
¿Las últimas concesiones?
“Ronda ya el fantasma de varios caguanes”
Con el acuerdo sobre el mecanismo tripartito de monitoreo y verificación del cese al fuego de hostilidades bilateral y definitivo, y sobre la dejación de armas, las Farc abordan la negociación de los últimos puntos de la Agenda en condiciones que nunca habían imaginado.
En efecto, quienes lucharon infructuosamente por obtener el estatuto de beligerancia se vieron graciosamente elevados a la condición de pares con el gobierno colombiano ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No fueron suficientes las advertencias de la cancillería para impedir una decisión que subordinará a Colombia a las políticas de los cinco miembros permanentes, algunos de ellos solidarios con estados que controvierten la soberanía y los más altos intereses nacionales. Aceptó Colombia el tratamiento otorgado a estados fallidos violentados por dictaduras o guerras civiles, sin padecer de ninguna de ellas.
En ese marco y bajo el apremio de la fecha del 23 de marzo, acordada para concluir las negociaciones, se abordarán los trece temas de los subpuntos de la agenda, entre otros los relativos a la desmovilización y dejación de armas, al cese al fuego definitivo y al de verificación y refrendación, que despiertan incertidumbres e inquietudes que ensombrecen la percepción ciudadana, en estado de alerta por la continuas y reiteradas concesiones unilaterales del gobierno.
¿Acosado por el tiempo y su creciente desprestigio, persistirá el Presidente en concesiones, cediendo a la creación de territorios de paz de la guerrilla que albergarían a sus líderes, sus combatientes y sus familias, bajo un régimen de autonomía y por un tiempo indeterminado? ¿Consentirá que en esas zonas de concentración la guerrilla permanezca en armas, sin vigilancia de la fuerza pública y sin protección y seguridad a la población civil, mientras se procede a una, hoy hipotética, dejación de armas? ¿Cuánto tiempo tomará la elaboración y ejecución de los protocolos relativos a la desmovilización, dejación de armas y mecanismos de verificación, que podrían alargarse hasta coincidir con la campaña y elección presidencial del 2018? ¿Cómo se garantizará que las Farc pongan fin a sus actividades delictivas si prácticamente se les conceden santuarios? ¿Habrá desmilitarización de las zonas aledañas a los territorios de paz? Ronda ya el fantasma de varios caguanes en el espíritu de los ciudadanos.
A la impunidad generalizada, a los territorios autónomos y a una supuesta dejación de las armas, se le sumaría una verificación limitada por las directrices impuestas por las Farc a un gobierno sumiso y en apuros.