María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Junio de 2016

 

HILANDO FINO

Nos alegramos de tenerla de vuelta

 

MUCHOS, muchísimos, nos alegramos del regreso sana y salva de Salud Hernández, pero ¿a cuántos no les convenía su regreso? Me temo que a no pocos. Sus valerosas y agresivas columnas han hecho de ella una persona inconveniente para un sin número de personajes poderosos que descansarían mejor sin la puya constante de sus escritos.

 

Salud ha enfrentado a tantos y ha destapado tanta corrupción, mentiras y persecuciones, que a algunos les habría gustado que hubiera permanecido secuestrada o desaparecida. Ella y sus columnas son huesos duros de roer.

 

Su periodismo investigativo, provocador y sin concesiones ha enfrentado, de tiempo atrás, entre otros pesos pesados, al Presidente Juan Manuel Santos y a su proceso de paz con las Farc. Por ello, ha sido llamada guerrerista y otras conocidas injurias con las que el Gobierno y sus amigos se han empeñado en clasificar a quienes se atreven a cuestionar dicho proceso.

 

No ha escapado tampoco a su analítica lupa la poderosa y muy cuestionada Fiscalía, durante y después de los tiempos del nefasto Eduardo Montealegre, hoy embajador de Colombia en Alemania, nombrado por Santos, como dicen por ahí, como agradecimiento a la persecución a sus enemigos.

 

Tampoco se han librado de sus ataques algunas de las desmovilizadas autodefensas, como “los Buitrageños” del Casanare, cuyo jefe Martin Llanos, a quien Salud llama “el rey de la muerte”, (el Tiempo, abril 16/16), aparentemente pretende seguir ordenando toda clase de asesinatos, extorsiones y despojos de tierras, desde la cárcel.

 

Pero, quizá sus más aguerridas columnas, las que le han granjeado los más peligrosos enemigos, han sido las referentes al control que ejercen sobre la población y los territorios del Catatumbo, el Ejército de Liberación Nacional (Eln), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército Popular de Liberación (Epl) y las bandas criminales (bacrim), entre ellas el clan Úsuga y sus sanguinarios capos.

 

Salud no ha ahorrado esfuerzo en desenmascarar lo que ocurre en el Catatumbo: la multiplicación de los cultivos de cocaína, la intensa actividad de los corredores de droga hacia Venezuela, la constante extorsión y el régimen de terror que sufren los que se oponen a los grupos terroristas.

 

Hoy gracias a los reflectores que se enfocaron en esa área debido a su secuestro, todo Colombia y podría decirse todo el mundo saben hasta qué punto el gobierno ha perdido el control de esa zona, cuan desbocado está el cultivo de la coca y que tan difícil será avanzar en la planteada negociación de paz con el Eln.

 

La información que Salud nos ha presentado en sus columnas es veraz y detallada. La periodista ha logrado crear una red de personas que viven en los territorios más abandonados y que confían en ella, en su seriedad y su voluntad de contar cosas que nadie más se atreve. Esto la ha puesto en la mira de muchos y no es arriesgado pensar que su vida ya corría peligro de tiempo atrás y con seguridad, hoy, aun después de haber salido ilesa de su secuestro, no pocos desean deshacerse de ella.

 

Somos muchos, muchísimos, los que nos alegramos de su retorno. Pero ojo, la cautela en Colombia, en estos tiempos aciagos, no sobra. Sin embargo, todos sabemos que esta exhortación en ella se pierde.