María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 21 de Octubre de 2015

UN PROGRAMA DE DESARROLLO

El voto útil

Recordemos  cómo Bogotá cambió después de las alcaldías de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, y cómo los habitantes de la capital nos regocijábamos con la  nueva ciudad.

La capital de Colombia, luego de dichas alcaldías, atraía las miradas del mundo. De ser una  de las más desorganizadas, sucias y peligrosas de América Latina, se transformó en una metrópoli organizada, pujante y admirada por todos, nacionales y extranjeros.

Mockus, con sus métodos educativos, logró lo que pocos creían posible: inculcar en los bogotanos una cultura ciudadana de respeto, disciplina y amor a la ciudad.

Peñalosa, con su visión futurista, desarrolló la infraestructura de Bogotá con rapidez, eficacia y método inigualables. En tiempo récord construyó nuevas avenidas, bibliotecas, escuelas, centros de salud, parques, ciclo-vías, el Transmilenio, en fin,  cambió la cara de Bogotá.

De hecho, lo logrado en esos años fue copiado por otras ciudades. Tanto Mockus como Peñalosa fueron, y aún son, invitados a visitar y asesorar ciudades en todo el mundo para explicar cómo consiguieron tan exitoso cambio.

Hoy, 12 años después, su trabajo y el de la ciudadanía bogotana, que reconoció y apoyó su esfuerzo, se ha evaporado. Tres alcaldías consecutivas encabezadas por una izquierda, a veces corrupta hasta la médula, como la alcaldía de Samuel Moreno; otra arbitraria, ineficiente e irresponsable, como  la de Petro,  han dejado a Bogotá acabada.

En los últimos cuatro años, durante la alcaldía del “pequeño dictador” Gustavo Petro, Bogotá tocó fondo. El tráfico se convirtió en un infierno; las calles, en alcantarillas; las aceras en trampas mortales’; la mugre y la fealdad invadieron cada espacio; horribles grafitis (con contadas excepciones) polucionaron la ciudad y la inseguridad  se tomó la capital.  Estamos  hastiados con la calidad de vida que hoy nos ofrece la Bogotá de Petro.

Lo peor ha sido el odio y la animosidad que afloró en la ciudadanía por la actitud segregacionista del alcalde, su constante lenguaje contra los que tiene carro o casa, contra la clase media y trabajadora que ha logrado superarse, contra los comerciantes y los industriales, motores del empleo y el progreso. Petro logró dividir a la ciudad como nunca antes.

Es triste comparar la Bogotá de hoy con la de hace doce años, ¡Cuánto retrocedimos! ¡Cuánto dinero robado o desperdiciado, cuánto buen proyecto archivado o descartado! Hoy no es aceptable oír a personajes que participaron en las ultimas alcaldías decir que ellas y ellos no se dieron cuenta de lo que ocurría y pretender de esa manera ganar nuestro voto. 

Por eso, en las elecciones del 25 de octubre nuestro voto tiene, ante todo, que ser útil. Útil para castigar a quienes llevaron a Bogotá al borde del precipicio. Otro gobierno corrupto, ineficiente e irresponsable de los mismos que han gobernado durante los últimos periodos, acabaría  con esta ciudad. ¡No lo duden!

Nuestro voto  debe también  premiar a aquellos que fueron artífices de esa Bogotá que nos hizo sentir orgullosos ante el mundo. Quiero volver a ver las grandes campañas de educación de Mockus y el gran impulso de Peñalosa. Me gusta la alianza de Mockus con Peñalosa y me gusta su programa de desarrollo para la ciudad. ¡Para Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa!